
Esta peli es la historia de Billy Beane, un joven jugador de béisbol que debía triunfar, pero no lo consiguió y que, con el paso del tiempo, empezó a trabajar como ojeador y mánager de los Oakland Atheltics justo cuando estos se quedaron a las puertas de ganar el campeonato. Sin embargo, cuando se convierte en el flamante mánager de esta franquicia se topa con una realidad insuperable, el presupuesto del que dispone es un tercio sino una cuarta parte de la del resto de equipos y, por lo tanto, se le complican bastante las cosas para hacer buenos fichajes para reforzar la plantilla. Ante esta verdad, Billy recurrirá a los cálculos de Peter Brand, un economista reconvertido en ojeador que defiende los cálculos matemáticos por encima de los conocimientos de la vieja escuela para dar con la combinación perfecta de jugadores para ganar partidos. Aunque deba enfrentarse al entrenador que no comparte sus ideas y al equipo de ojeadores que se sienten humillados porque no les hagan caso, Billy defenderá hasta el final su teoría para ganar el campeonato.
Sí, hoy estamos ante una peli que habla sobre béisbol, uno de esos deportes que aquí, en la vieja Europa, nos suena tan a chino como a los estadounidenses nuestro fútbol. Sin embargo, a pesar de que en muchas ocasiones los personajes hablan con palabras que no comprendemos y sobre estadísticas complicadísimas, a la vez que nos podemos hacer la picha un lío frente a como funciona el campeonato, a la hora de la verdad descubrimos que esta peli no trata de béisbol, sino de la lucha entre lo viejo y lo nuevo. En diferentes momentos de la cinta, veremos como los viejos ojeadores —muchos de ellos auténticos veteranos— se niegan a ver las nuevas ideas, defendiéndose solo con que ellos saben cómo se hacen las cosas, cómo se han hecho siempre.
Es cierto que la peli defiende las teorías de Beane y Brand y quiere que nos pongamos de su parte, pero el planteamiento que se nos hace de los datos hace que debamos admitir que, ante la peculiar situación de este equipo en particular, muchas de las viejas costumbres deportivas —que se repiten en la mayoría de categorías— como el valor del jugador, su presencia en el campo y, en definitiva, la cantidad de camisetas que pueden vender, se deben dejar de lado para conseguir los resultados deseados. Sin lugar a duda estamos ante una peli enfocada al público americano y que, además, si conoce el béisbol tendrá mucho a su favor para disfrutarla, pero la manera de narrar los hechos consigue universalizar lo que en ella se cuenta. Es precisamente por este motivo que cuando un neófito en el béisbol como un servidor, a pesar de no comprender nada de ese deporte, consigue sumergirse en la situación, adentrarse en la historia, empatizar con los personajes y lograr entenderlo todo.

Dejando a un lado el tema principal de la peli —que sin duda nos hará reflexionar a aquellos aficionados a cualquier deporte—, estamos ante una auténtica cinta de artesanía fílmica. Es decir, no tiene grandes efectos especiales, la historia es mucho más mundana que otras, pero está tan bien hecha, con unos profesionales tan bien preparados, que no podremos negar que resulta un gustazo verla. Sin ir más lejos, aunque al final no logró grandes premios, fue una cinta con seis nominaciones a los Oscar en las categorías de mejor película, mejor actor principal, mejor actor de reparto, mejor montaje, mejor guion adaptado y mejor sonido, que no es poco. Y es que estamos ante una de las interpretaciones más íntimas de Brad Pitt, que a pesar de resultar más comedida que otra, es cierto que tal vez es una de las más realistas, de esas que parecen fáciles pero cuya naturalidad no debe ser forzada. De la misma manera, Jonah Hill hace de comparsa y, como acostumbra a ser, logra bordar un papel de secundario de esos tan sólidos y necesarios para que la estrella de turno logre brillar.
En resumidas cuentas, Bennett Miller —responsable de Truman Capote y Foxcatcher— y su equipo logran una cinta perfecta en todos sus sentidos, llevando al mundo del cine una de esas tantas historias de superación que nos ofrece el deporte, pero que, a pesar de ello, logra tocarnos la fibra y hacernos reflexionar más de lo que podríamos esperar.