
La tercera temporada de Narcos marca un cambio significativo en la serie, dejando atrás al icónico Pablo Escobar (interpretado por Wagner Moura) y el cartel de Medellín para centrarse en la historia del cartel de Cali, el otro gran imperio del narcotráfico colombiano en los años 90. Esta etapa de la serie, estrenada en 2017, explora cómo Cali se convirtió en el mayor productor y distribuidor de cocaína del mundo tras la caída de Escobar, y la forma en que las fuerzas del orden colombianas y estadounidenses intentaron desmantelar su organización.
La temporada se enfoca principalmente en los cuatro líderes del cartel de Cali: Gilberto Rodríguez Orejuela (Damián Alcázar), su hermano Miguel Rodríguez Orejuela (Francisco Denis), Pacho Herrera (Alberto Ammann) y Chepe Santacruz Londoño (Pêpê Rapazote). Estos personajes representan una evolución en la manera en que el narcotráfico opera en Colombia; a diferencia de Escobar, que se basaba en la violencia y la intimidación, el cartel de Cali se caracteriza por un enfoque más sofisticado, corrupto y pragmático. Los Rodríguez Orejuela, por ejemplo, prefieren mantener un perfil bajo y establecer relaciones con políticos, jueces y fuerzas de seguridad para evitar conflictos violentos y asegurarse el control del negocio.
La narrativa de la tercera temporada se centra en la persecución del cartel de Cali y la estrategia de sus líderes para mantener su imperio mientras enfrentan amenazas internas y externas. La DEA, representada por los agentes Javier Peña (Pedro Pascal) y la nueva incorporación, el agente Chris Feistl (Michael Stahl-David), intensifica su caza contra Cali, con la colaboración de la policía y el gobierno colombiano. Este enfoque en la intriga y la manipulación política marca un contraste con la acción más directa y brutal de la primera y segunda temporada, y permite que la serie explore temas de corrupción institucional, la ambigüedad moral de los personajes y las consecuencias de la ambición desmedida.
El desarrollo de personajes es uno de los puntos más fuertes de esta temporada. Damián Alcázar y Francisco Denis interpretan a los hermanos Rodríguez Orejuela, mostrando la ambición y la arrogancia de hombres que, a pesar de su éxito, son cada vez más vulnerables a las presiones externas y la traición. Por su parte, Alberto Ammann brilla como Pacho Herrera, un personaje con una compleja mezcla de lealtad y despiadada crueldad, mientras que Pedro Pascal, quien repite su papel de Javier Peña, añade una capa de tensión al mostrar el desgaste y la moralidad en el límite de sus acciones mientras lucha por llevar a Cali a la justicia.

El final de la tercera temporada es notable por su carácter dramático y agridulce. A medida que la temporada se acerca a su conclusión, el cartel de Cali comienza a desmoronarse debido a la presión de las fuerzas de seguridad, traiciones internas y la entrega de algunos de sus líderes. Los hermanos Rodríguez Orejuela terminan siendo capturados por la policía colombiana, mientras que Pacho Herrera, uno de los personajes más carismáticos y complejos, es asesinado en una emboscada. Esta serie de eventos marca el fin de la era del cartel de Cali y la caída del último gran imperio narcotraficante que se mantuvo por encima de la ley gracias a su poder y corrupción.
El arco argumental concluye con una reflexión sobre el ciclo interminable del narcotráfico. Aunque la captura de los líderes del cartel y la caída de la organización parecen ser una victoria para la justicia, el final deja en claro que el problema del narcotráfico en Colombia (y en el mundo) es un fenómeno sistémico que no se puede erradicar solo con la captura de figuras de alto perfil. La serie concluye con la sensación de que el ciclo de violencia y corrupción continuará, y que siempre habrá alguien más dispuesto a llenar el vacío de poder dejado por los caídos.
La tercera temporada de Narcos ofrece un cambio de ritmo que enriquece la narrativa de la serie y la lleva a nuevas alturas. Si bien se aleja del foco en Escobar, mantiene la intriga y la tensión que caracterizan a la serie, con un enfoque en el poder, la corrupción y las consecuencias de un sistema que alimenta la ambición desmedida. La temporada concluye de manera impactante y realista, mostrando que, aunque los líderes pueden caer, el narcotráfico es un problema que se reinventa y persiste, dejando una poderosa lección sobre la naturaleza del poder y la perpetuidad de la lucha entre el bien y el mal.