Después de que una malvada empresa tecnológica irrumpa en el laboratorio de un científico y este se vea obligado a deshacerse de su invento, un moco mutante, este transformará a cuatro tortugas hermanas y a un rata en mutantes de aspecto antropomórfico que crecerán como una familia, como un padre y cuatro hijos. Quince años después, y habiéndose mantenido ocultos durante todos estos años, cometen el «error» de ayudar a una periodista en ciernes —una alumna de instituto llamada April—, revelan su existencia y se disponen a luchar contra los males de la ciudad de Nueva York para conseguir su aceptación y poder vivir sin ocultarse. Sin embargo, para hacerlo, tendrán que lidiar con algo más que maleantes callejeros, sino con un ejército de mutantes mucho más peligrosos que cuatro tortugas adolescentes.
Puede que las Tortugas Ninja sea uno de los cómics más adaptados a la gran y pequeña pantalla —incluso más que los de Marvel y DC—, pero cada vez que han llegado a las salas de cine o a la televisión, lo cierto es que lo han hecho de maneras muy diferentes, desde especialistas en trajes de marioneta a CGI mezclado con actores reales, pasando por todas las animaciones posibles. Curiosamente, el caso que tenemos entre manos es el punto intermedio entre ambos, a pesar de ir directamente a los cines, lo cierto es que la producción optó por la animación que, sin lugar a dudas, es tal vez la manera más fácil de poder representar todas las facetas de las Tortugas Adolescentes Ninja Mutantes. Lo cierto es que uno de los pilares de esta peli es la animación, aunque no sea innovador, ya que se adscribe al estilo que últimamente lo ha está dando todo en cintas como las dos entregas —y dentro de poco tres— de Spider-Man: Un nuevo universo y Los Mitchell contra las máquinas, de la que proceden ambos directores.
Se nota, en la forma de desarrollar la historia rápida, con chispa y mucho gancho, que hay un interés por hacer algo más que una mera peli de animación, sino que se nos quiere contar una historia sobre la familia, la amistad y el hacerse mayor, algo que captará la atención de un abanico de público muy amplio, desde los más pequeños que quieren algo divertido, los jóvenes que se sentirán identificados y los mayores que no sufrirán un mal paso por tener que tragarse la cinta de marras. Sin embargo, y aquí viene el gran «pero», y es que se trata de una peli demasiado juvenil para los nostálgicos, que se quedarán por ver si retoma algo de lo que hizo grande a las Tortugas Ninja en los noventa… pero no.
A pesar de la buena calidad de la animación, de una enésima aproximación a la misma historia lo suficientemente original para no repetirse lo suficiente y de un reparto artístico increíble —que cuenta con John Cena, Seth Rogen, Rose Byrne, Natasia Demetriou, Giancarlo Esposito, Ice Cube, Paul Rudd y el siempre irrepetible Jackie Chan—, desde un punto realista se queda a medio gas de todo lo que podría ser. Es decir, no llega a ser totalmente actual, ya que los personajes no son nuevo, tampoco es nostálgico porque es una visión demasiado moderna, y, lo más relevante, aunque logra acercarse mucho, tampoco es una adaptación del cómic original, cuyo tono más oscuro, duro y sangriento queda en un segundo plano por la necesidad del family friendly. Con esto no quiero decir que le falte sangre, pero puede que le sobre parte de la ñoñería de la que últimamente estamos tan obligados a ver… que Bebop y Rockstedy siempre han sido malos, carismáticos pero malos ¡maldita sea!
A grandes rasgos es una cinta que se deja ver muy bien, con la que se pasa un buen rato, pero es algo totalmente pasajero, ya que no es nada nuevo —ni por la historia ni por la estilo artístico—, y tampoco logra que conectemos demasiado con unos personajes un tanto planos. Aunque duele decirlo, no es más que una peli de verano.