Tras Tenet, que para muchos fue una fumada de Nolan, tenemos una de esas películas que no pasan desapercibidas en la cartelera, y más después de esa lucha de memes con Barbie. Oppenheimer narra la historia de J. Robert Oppenheimer, el científico clave en el desarrollo de la bomba atómica y del proyecto Manhattan. El ascenso y caída del que se considera el “padre de la bomba atómica”.
Nolan, odiado por muchos y querido por otros, es conocido por su estilo distintivo y su habilidad para entrelazar narrativas complejas (y de complicar innecesariamente la trama en muchas ocasiones). En esta ocasión, se enfrenta al desafío de adaptar la historia de un personaje histórico real a su molde cinematográfico característico. La película es un intento de Nolan de colocar la figura de Oppenheimer dentro de su propia zona de confort cinematográfica, con todo lo que eso conlleva.
Para el protagonista principal, Nolan no se ha complicado mucho y ha elegido a uno de sus actores fetiche: Cillian Murphy, en su interpretación de Oppenheimer, es perfecto por su capacidad para capturar la complejidad interna del personaje, mostrando su lucha moral y su creciente conciencia sobre las consecuencias de su trabajo. El peso de la película recae completamente sobre él. Aparte del prota, aquí tenemos a un gran número de caras conocidas interpretando a personajes alguno de los cuales bastante conocidos en ese mundillo. Tenemos a Emily Blunt, en su papel de la esposa de Oppenheimer, Matt Damon, Florence Pugh, Jason Clarke, Kenneth Branagh, Casey Affleck y Josh Hartnett entre muchos otros, pero el que destaca más es sin duda Robert Downey Jr. en su papel de Lewis Strauss, ese juicio con Oppenheimer es de lo mejorcito de la película.
Técnicamente, la película es sobresaliente. La cinematografía, la banda sonora y el diseño de producción son de lo mejor que ha hecho Nolan (y eso es mucho decir), creando una atmósfera inmersiva que transporta a los espectadores a la época del Proyecto Manhattan. Eso añadido de que Nolan es fiel a los efectos prácticos y todo lo que se ve, es real, es decir, prácticamente no hay CGI en la película. Incluido el momento de la explosión nuclear de la prueba Trinity, es una explosión real (evidentemente no nuclear). Así todo lo que es a nivel visual, es perfecta. Rodada además en analógico en 70mm de IMAX. Sin embargo, el montaje frenético y el uso excesivo de elipsis hacen que sea difícil para el espectador sumergirse completamente en la historia y conectarse con los personajes, además hay muchos personajes y cuesta acordarse de todos. Por otra parte, el hecho de poner una parte en blanco y negro simplemente es por puro ego directil.
Un aspecto central de la película es su tratamiento de los temas de la moralidad en la ciencia y la tecnología. Aunque estos temas son abordados, a menudo se sienten tratados de manera superficial. La película intenta cubrir un amplio rango de temas y eventos históricos, pero a menudo se queda corta en desarrollarlos completamente, dejando al espectador con muchas preguntas sin respuesta. Esto se ve exacerbado por la estructura narrativa no lineal de Nolan, que, aunque mantiene el interés, puede hacer que la trama sea difícil de seguir.
Mientras que algunos aspectos cruciales de la historia son omitidos o apenas mencionados, otros eventos menos relevantes reciben una atención desproporcionada, como lo de la renovación del pase de seguridad. Esto ha llevado a que algunos críticos cuestionen las decisiones de Nolan en cuanto a qué aspectos de la vida de Oppenheimer y el desarrollo de la bomba atómica merecían ser destacados.
En resumen, Oppenheimer es una película que en general está muy bien pero con peros (nunca mejor dicho). Por un lado, es una obra técnica y visualmente impresionante con actuaciones destacadas. Por otro lado, su estilo narrativo, la falta de profundidad emocional en la representación de sus personajes y eventos históricos, y la elección de qué aspectos de la historia destacar han sido muy discutidos. A pesar de sus defectos, ofrece una mirada intrigante a una figura histórica compleja y a un momento crucial en la historia, invitando a los espectadores a reflexionar sobre las implicaciones morales y éticas de los avances científicos y tecnológicos.
“Ahora me he convertido en la muerte, el destructor de mundos”.
Oppenheimer tras la prueba Trinity.