La reputación de David Fincher como director es incuestionable. Todos conocemos sus mejores obras como Seven, El club de la lucha o Zodiac. Incluso ha trabajado en series como Mindhunter o House of Cards. Fincher es conocido por su habilidad para manejar diversos géneros cinematográficos, pero se destaca particularmente en el thriller. Perdida o Gone Girl encapsula todas las características que definen su cine: estilización, violencia, humor negro, sexo y una atmósfera opresiva. La película muestra su maestría en la creación de encuadres perfectos, diálogos agudos y giros sorpresivos, manteniendo un ritmo incesante en un ambiente sórdido y desesperanzador.
A este film se le ha dado bastante reconocimiento, especialmente en su enfoque moderno y anacrónico del género de suspense. Aunque la película no se basa en sorpresas, su guion y desarrollo mantienen al espectador enganchado. La trama gira en torno a Nick Dunne, quien, tras reportar la desaparición de su esposa Amy, se convierte en el principal sospechoso de su asesinato. La historia se desarrolla en dos líneas de tiempo, mostrando el deterioro de Nick y los flashbacks del diario de Amy. El giro de la trama ocurre cuando se revela que Amy está viva, desmontando el argumento anterior y estableciendo a Nick como un falso culpable.
Los actores protagonistas son Ben Affleck y Rosamund Pike ofreciendo actuaciones notables, especialmente las segunda. Affleck demuestra que tiene una capacidad actoral digna de una patata, es un actor bastante soso que le pega muy bien este tipo de papeles, mientras que Pike entrega una interpretación impecable y desconcertante. El resto del elenco incluye alguna cara conocida como Neil Patrick Harris o Kim Dickens pero tienen poca importancia.
El film analiza temas como el matrimonio, la manipulación, y la construcción de la realidad. Aunque es un thriller, también se regodea en la generación de tensión a través de detalles mínimos, muy a lo Fincher. El guion de la película es intrincado, tocando temas como el matrimonio, el relato criminal y la investigación sin parecer forzado. El tercer acto revela el regreso de Amy y las verdaderas intenciones detrás de sus acciones, ofreciendo una crítica mordaz a los medios de comunicación y la sociedad en general.
Sin embargo, la película peca de ser excesivamente dependiente de los giros de trama y sorpresas, en lugar de centrarse en el desarrollo detallado de personajes complejos y realistas. Los personajes a menudo parecen meros peones en un juego más grande, careciendo de autenticidad y profundidad. Este enfoque en el efectismo y el impacto inmediato, aunque entretenido, puede resultar en una experiencia cinematográfica que, aunque visualmente impresionante, pierde profundidad narrativa, y es que hay ocasiones en que la trama y los personajes hacen cosas que no son del todo creíbles, pero que sirven de excusa para avance la trama.
En resumen, Perdida es una película que combina hábilmente el talento de dirección de Fincher, actuaciones sólidas y una cinematografía impresionante, pero que también puede ser vista como superficial por esos espectadores que buscan una experiencia cinematográfica más enriquecedora y centrada en el personaje.