Depredador (1987), Depredador 2 (1990), Alien vs. Predator (2004), Aliens vs. Predator 2 (2007), Predators (2010), The Predator (2018) y ahora Predator: La presa. De todas estas, la «Depredador» original (la del chuache) es la mejor con diferencia. Creo que en eso no hay discusión. El resto de las películas son más malas que buenas. Pero tengo que reconocer que esta última está bastante bien.
Básicamente, sigue la misma idea que la primera pero con ligeros cambios. Ahora nos situamos en la América de hace 300 años, donde las tribus indígenas conviven con los colonos de la época. La protagonista es Naru, una joven de la tribu Comanche que quiere convertirse en una experta cazadora. Lo que no sabe es que un nuevo Cazador aparece en escena y su especialidad es cazar humanos.
La fórmula es la misma: aparece un Depredador (sin conocer los motivos o el por qué), caza humanos (y lo que se le ponga en medio), y estos intentarán defenderse como puedan, aprovechando el medio y las habilidades que poseen. Sin embargo, esta vez no contamos con un mega tipo duro como Arnold Schwarzenegger y su equipo de mercenarios. Ahora son una pequeña tribu de nativos con arcos y flechas, siendo la joven la que se enfrentará directamente con el Depredador.
Cuando se anunció la película, hubo mucha polémica con este tema. Que si otra película con la misma trama pero cambiando de género al protagonista. Todo el rollo este de «woke», empoderamiento femenino y la inclusión forzada, etc. Vamos, lo que se ha visto en otras películas como: Cazafantasmas (2016), la última de Terminator, las últimas de Marvel o Star Wars, por ejemplo. ¿Cómo una chica de 50 kilos va a poder enfrentarse con una criatura el triple de grande con artilugios y armas superavanzadas? Y la verdad es que por suerte, no encontramos nada de eso.
Sí, la protagonista es una chica, pero no por ello se trata de inclusión forzada. No es una Mary Sue de manual. Es una chica que simplemente es astuta, conoce el terreno, se ayuda de los compañeros de la tribu (su hermano entre ellos) y su fiel perro. Las cosas que hace o aprende no se ven forzadas. No es un papel tan diferente de lo que se ha visto en personajes femeninos de otras películas como la teniente Ripley de Alien, que tanto defendemos todos. Por lo que aquí, toda esta polémica sobra.
Una vez aclarado esto, la película, en general, está mejor de lo que uno podría esperar. Por un lado, es visualmente atractiva, ya que hay muchos paisajes y escenarios abiertos, y por el otro, el uso de CGI y efectos especiales está bastante limitado, por lo que todo se ve muy creíble. En esta ocasión, el Predator que visita la tierra es de alguna tribu diferente del original, por lo que sus armas no son tan avanzadas, aunque sigue contando con el camuflaje óptico y la visión térmica. La película tiene un ritmo bastante pausado pero sin llegar a hacerse lenta o pesada. Las situaciones se van desarrollando de forma natural, haciendo que la trama avance con sentido sin situaciones apresuradas.
En cuanto a la forma de derrotarlo, sigue bastante lo visto en la película de 1987, creando trampas y aprovechando los recursos de la zona. La chica, como ya he dicho, lo hace bastante bien; no desentona lo que hace y dentro de lo que cabe, es bastante creíble. Además, hay algunos guiños y referencias a la cinta original como el de embadurnarse de barro o la mítica frase de: «Si sangra, se puede matar».
En definitiva, Predator: La presa es una película que está bastante bien, no revoluciona nada pero entretiene. También ayuda que dure poco más de hora y media. Posiblemente sea la mejor de la saga después de la original. Creo que de este tipo de reboots, es de los pocos que se salva.