Se supone que Prometheus, iba a ser la gran promesa de Ridley Scott para los amantes de la saga Alien, una precuela donde descubriríamos los orígenes de los Ingenieros (Space Jockey), la reina Alien y demás. Sin embargo, la decepción fue absoluta cuando vimos lo que realmente era Prometheus.
Y es que el principal problema es el guion, si es que podemos llamarlo así sin reírnos. Imagínate un rompecabezas donde cada pieza encaja menos que la anterior, y tendrás una idea de la confusión narrativa que es esta película. El guion está lleno de agujeros que, aunque intentes meterte en la trama no podrás evitar pensar en lo estúpidos que son. Y ojo, porque esto no es un defecto menor, estamos hablando de una película que intenta plantear preguntas profundas sobre el origen de la humanidad y la existencia, pero lo hace con la profundidad de un charco.
Los personajes, por su parte, son una vergüenza para la estupidez humana. Se supone que son científicos de élite, elegidos para una misión que podría cambiar el curso de la historia humana. Pero uno los ve actuar y no puede evitar pensar que se graduaron con honores en la Loca Academia de Policía. Cada decisión que toman está diseñada, al parecer, para hacerte gritar a la pantalla: «¡No hagas eso, idiota!». Pero claro, ¿qué son decisiones lógicas y bien pensadas cuando puedes tener a tus personajes corriendo de un lado a otro haciendo estupideces? Y es curioso porque la peli cuenta con un buen elenco de actores conocidos, Noomi Rapace, Michael Fassbender, Charlize Theron, Idris Elba, Guy Pearce, Sean Harris, etc. Aunque de todos ellos, solo Fassbender se puede considerar que está a la altura de lo esperado.
Y luego está la dirección de Scott, o lo que sea que haya pasado aquí. Es como si hubiera decidido olvidar todo lo que hizo a Alien un clásico del género. En lugar de esa atmósfera opresiva y aterradora, Prometheus te ofrece paisajes bonitos, decorados pulcros y luces brillantes que no asustan ni a un niño. La famosa nave alienígena que en Alien: El octavo pasajero parecía un ser viviente, un lugar orgánico y lleno de misterio, aquí se reduce a un set de lujo que bien podría haber sido diseñado por una empresa de muebles de oficina futurista. Todo se ve tan limpio, tan artificial, que pierde cualquier capacidad de provocar la sensación de terror visceral que el original manejó con maestría.
Sin embargo, no todo es tan desastroso, porque la película es visualmente impresionante, y eso hay que reconocerlo. Los efectos visuales son de primer nivel. El CGI está bien logrado, los paisajes son dignos de una postal, y las escenas de acción, aunque sin alma, son entretenidas. Pero, y aquí está el gran «pero», nada de esto compensa la falta de una historia coherente o personajes con los que te puedas identificar o, al menos, que no quieras ver morir en los primeros cinco minutos.
Entonces, ¿qué es Prometheus al final del día? Es un blockbuster de manual: mucha pompa y circunstancia, pero sin sustancia, lo que estamos acostumbrados a ver hoy en día por desgracia. Es la película perfecta para ver un domingo por la tarde cuando no tienes nada mejor que hacer y solo quieres desconectar el cerebro por un par de horas. Te la pasarás bien, te sorprenderás con los efectos, pero cuando termines de verla, te darás cuenta de que no te ha dejado nada. Una precuela que no le llega ni a los talones a su predecesora. Lo peor es que cuando creíamos que todas las dudas serían resueltas en su continuación Alien: Covenant, descubrimos que las cosas todavía se pueden hacer peor.