Tras la exitosa participación en el macro-evento benéfico Live Aid (13 de julio de 1985), los miembros de Queen recuperaron las mejores sensaciones y adquirieron un nuevo impulso creativo que deseaban aprovechar cuanto antes.
Pocos meses después, presentaron «One Vision» como el primer single del que sería su duodécimo álbum de estudio. La chispa que encendería la llama del nuevo disco les llegó a través de la propuesta para aportar temas musicales en un nuevo film de ciencia ficción y fantasía histórica titulado Highlander. La película, dirigida por Russell Mulcahy y protagonizada por Christopher Lambert, Sean Connery, Roxanne Hart y Clancy Brown había terminado su rodaje en julio de 1985. Así pues, la banda tuvo ocasión de ver uno de los primeros montajes de la cinta para captar el espíritu de la misma.
El argumento de Highlander era bastante rompedor y planteaba la existencia de un número indeterminado de seres humanos inmortales, condenados a enfrentarse una y otra vez entre ellos a lo largo de los siglos. La recompensa que obtendría el último que quedara vivo sería disponer de un poder arrebatador que podría alterar el equilibrio del mundo. En base a estos preceptos arcanos y ancestrales, el argumento concebido por Gregory Widen y después reescrito por Peter Bellwood y Larry Ferguson, seguía las andanzas de un joven escocés de las tierras altas (Highlands). Connor MacLeod (Christopher Lambert) descubría inesperadamente su don en una batalla entre clanes durante el año 1536. A partir de ese momento, desterrado por los suyos al creer que dispone de privilegios concedidos por el mismísimo Lucifer, inicia su entrenamiento para conocer mejor sus mandamientos como inmortal. Adiestrado por un veterano congénere de origen egipcio (Sean Connery), Connor incumplirá una de las normas al enamorarse de la joven Heather (Beatie Edney). Dicha relación, desaconsejada por su mentor, desencadenará la desdicha al ver como el paso del tiempo marchita a su amada hasta su desaparición.
En el Nueva York contemporáneo volvemos a encontrarnos con MacLeod, ahora bajo la identidad de un anticuario llamado Russell Nash, y descubrimos cómo ha existido a lo largo de varios siglos, superando duelos constantes y haciéndose más fuerte mientras se adaptaba constantemente a los nuevos tiempos. La amenaza de su más temido enemigo, el Kurgan (Clancy Brown), un individuo cuya crueldad solo es igualada por su ambición, pondrán en peligro su intento de reconectar afectivamente con la investigadora forense que sigue la pista de unas decapitaciones violentas acaecidas en la Gran Manzana. Los inmortales solamente pueden ser eliminados mediante decapitación. Ese reguero de sangre indica que el cerco hacia MacLeod se está estrechando.
Queen consideró sumamente inspirador el argumento y aportó seis de las nueve piezas de su nuevo álbum a la película. El propio título del disco y la canción principal del mismo se titularon «A Kind of Magic», partiendo de una frase que pronuncia Connor para definir su propia inmortalidad. La pieza fue compuesta en su mayoría por Roger Taylor y éste utilizó varias frases del film en la letra. No obstante, la versión más hard rock que proponía Taylor fue modificada cuando Freddie Mercury empezó a trabajar con ella. El cantante rebajó la dureza y la hizo más apta para ser la cabeza de cartel del álbum, añadiendo melodías pop amigables. De todas formas, llegaron a un acuerdo que satisfacía a ambos puesto que la versión más contundente de Taylor es la que suena al final de la película mientras que en el álbum y en The Magic Tour se estandarizó la propuesta de Mercury.
El vídeo-clip de «A Kind of Magic» fue dirigido por el director de la película, Russell Mulcahy, y en él vemos a Deacon, Taylor y May caracterizados como vagabundos que se guarecen en un teatro abandonado. Cuando Mercury hace su aparición, la fuerza de la música los devuelve a su imagen real y todos juntos, con la ayuda también de animaciones, vuelven a insuflar vida, durante unos minutos, al Playhouse Theatre de Londres.
Continuamos repasando el álbum con un tema exclusivamente compuesto por John Deacon. Se trata de «One Year of Love», una preciosa balada cuya estructura fue defendida vehementemente por el bajista. Eso provocó una discusión con Brian May que se zanjó sustituyendo los solos de guitarra por el saxofón de Steve Gregory. Deacon se encargó del sintetizador y una orquesta de cuerda, conducida por Lynton Naiff, aportó el fondo musical. A partir de aquí, la voz apabullante de Freddie Mercury hizo el resto. En la película, un fragmento de la pieza se escucha a través de la radio en la secuencia en que Connor encuentra a Brenda en un bar neoyorkino.