
Tras darse a conocer cuatro años antes con Hollywood Monsters, el equipo de Pendulo Studios volvió a la carga en 2001 presentando la aventura gráfica que cambiaria su destino para siempre Runaway: A Road Adventure. En él conocemos a Brian Basco, un neoyorquino recién licenciado en Física que recibe una invitación para colaborar con un prestigioso profesor al otro extremo del país, pero cuando apenas no ha cruzado su ciudad, atropella sin querer a una chica, y ¡vaya chica! Una belleza escultural cae en sus brazos completamente sin sentido. Su carácter de buen samaritano le obliga a llevarla al hospital, donde descubre que dos matones la están siguiendo y pretenden matarla para silenciarla. Ni corto ni perezoso, Brian recoge cuanto puede de la habitación y del baño y lograr huir salvando a la chica.
Así es el primer capítulo de este videojuego, y tan solo con este capítulo ya estás completamente enganchado, y no puedes dejar de hacer click hasta acabar con las tres entregas de un tirón. Sí, porqué la cosa no se detuvo ahí, al más puro estilo americano, se realizaron dos secuelas del juego original, ambas conectadas y cuyo final no se descubrió hasta 2009.
El argumento de los tres juegos gira en torno a Brian Basco y a Gina Timmins. El primero, que rápidamente evoluciona del títpico “gili” de universidad -como diría Homer Simpson– al aventurero muy cercano a Nathan Drake o Indiana Jones, es el personaje jugable de las tres entregas -aunque en Runaway: A Twist of Fate también podemos controlar a Gina-, y al que se coge verdadero cariño, ya que durante horas se convierte en tu alterego en el juego, le obligas a realizar las mil y una combinaciones posibles con los centenares de objetos que circulan por el inventario, llevando a cabo combinaciones tan grotescas, pero tan necesarias para que el juego avance. Por su parte, Gina Timmins pasa de ser una cantante -en realidad striper- de un club nocturno a una mujer moderna y atrevida, dejando al final su posición de dama en apuros.
Además de estos dos, hay diversos personajes que repiten en la trilogía, siendo el único secundario que perdura en toda la trilogía y uno de los más importantes, ya que en las dos últimas entregas se convierte en el que te da las pistas en esos duros momentos de inseguridad cuando crees tener todo lo necesario en tu bolsillo para seguir adelante. Durante sus aventuras, Brian conoce a decenas de personajes que le harán o no la vida imposible, haciéndole superar retos cada vez más estúpidos, entre ellos está el trío que vive en el pueblo abandonado de Arizona, Sushi, Saturno y Rutger, o los malvados de las dos últimas entregas, el Coronel Kordsmeier y Andrea “Tarántula” Hicock.
Si bien la caracterización de los personajes es uno de los puntos fuertes de esta saga de videojuegos, lo que realmente se ha convertido en un sello del propio estudio, es el estilo en que nos presentan las aventuras. Por un lado tenemos unos maravillosos escenarios en 2D que en esconden multitud de guiños de los otros juegos de la compañía (Hollywood Monster, por ejemplo), realizados con tal maestría que nadie ha puesto en duda la utilización de las dos dimensiones para un juego del siglo XXI. Por otro lado, los personajes son realizados en tres dimensiones, con las últimas técnicas del cine de animación, con rasgos muy exagerados pero maravillosamente creados. La suma de ambos aspectos da un matiz comiquero a todos los videojuegos, que junto al carácter de la aventura, que mezcla el thriller y el terror con el humor, da como resultado una obra maestra de la aventura gráfica y de los videojuegos en general.
Otro de los puntos fuertes de esta saga, es el diálogo, que no se reduce a la información básica y necesaria para avanzar en la historia, sino que está llena de guiños y bromas a películas y otros videojuegos, pero también esta repleta de formas de hablar y expresiones muy propias de los castellano parlantes, algo que acrecienta el humor que ya de por si contiene la historia.
Narrada por el propio protagonista, Runaway: A Road Adventure acaba con un final feliz y completamente cerrado, en que ambos protagonistas disfrutan de la recién adquirida fortuna en una isla tropical. Entonces, ¿qué podría salir mal? Pues sencillamente el avión y el piloto. Sí, el avión y el piloto que cogen para viajar a Isla Mala, donde el piloto muere en pleno vuelo, son captados por un radar militar, y Gina es abatida cuando caía con un paracaídas sobre un lago. Por su parte, Brian tendrá que enfrentarse a una dura jungla hasta encontrar la ayuda de unos surferos y de la encargada sexy de un bar, para intentar salvar de nuevo a su querida Gina.
En la segunda aventura, Runaway: The Dream of the Turtle, nuestro sarcástico protagonista deberá enfrentarse a un grupo de militares que tiene media isla bajo control, pero contará con la ayuda de Joshua, que ha regresado a la Tierra desde Trantor para ayudar a Brian, además de otro Joshua de un universo paralelo que le irá dando pistas sobre que hacer.
Finalmente, en Runaway: A Twist of Fate, Brian fingirá su propia muerte para conseguir huir de Tarántula y de sus sicarios, llevándolo a visitar el manicomio de Happy Dale como inquilino y de donde deberá huir para salvar para descubrir el secreto que esconde.
Argumentalmente la saga es brillante, en ningún momento pierde emoción e intriga, pero en cuanto a jugabilidad, la popularidad ha sido dura para Runaway. A ver si me explico. De principio a fin los tres juegos son los clásicos point’n’click de toda la vida, pero lo que diferencia el primero de los otros dos, es la dificultad de los puzles. Si en el primero en más de una ocasión tendremos que estirarnos de los pelos y darnos golpes sobre el teclado, a ver si de ese modo encaja algo, la dificultad se pierde gradualmente, y no solo porque los puzles son un poco más sencillos, sino por el sistema de pistas ilimitadas de Joshua. Ya sé, ya sé, en juegos como estos se agradece el sistema de pistas, y que es cosa nuestra no hacer click en ellos. ¿Pero quién puede resistirse? Con lo vagos y comodones que somos todos los jugones. Pues eso, que aunque la dificultad se reduce muy tenuemente, la inclusión del sistema de pistas, lo hace aún más fácil de lo que en realidad es.
Pero es nos da completamente igual -se tiene que decir, pero nos da igual- porque así que cogemos el ratón y vamos descubriendo personajes, escenarios e historia, descubrimos que la saga de Runaway -que, para aquellos despistados que leen en diagonal, está formada por A Road Adventure, The Dream of the Turtle y A Twist of Fate– es, sin duda alguna, uno de los mejores videojuegos de la historia, que ha creado un estilo que muchos están reproduciendo (los creadores de Deponia, o incluso en las versiones remasterizadas de Monkey Island) en que el cruce del 2D y el 3D resulta ser la combinación perfecta para dar una imagen moderna a un género tan veterano como es el de las aventuras gráficas. Y lo mejor de todo esto es que no es tan solo bueno, sino que es de producción nacional -por una vez hacemos algo bien-, algo que facilita con creces la traducción, tanto de texto como de voz, al castellano.