Los aparentemente respetables dueños de un banco se confabulan con el forajido Tampico para que este realice el falso robo de un carreta llena del oro del banco, para que ellos puedan embolsarse el efectivo. Pero una vez los bandidos se hacen con la carga, un tercer actor entra en escena, Lasky y los suyos acabarán con los hombres de Tampico para descubrir la carreta no tiene el oro del banco. Será entonces cuando Lasky se enfrente a sus socios, los dueños del banco, con el fin de hallar el oro y recibir su parte… o todo. Con lo que ninguno de ellos contaba era con la aparición en el pueblo de Sartana, que empezará a indagar sobre el oro y su paradero, con el fin de llevárselo él.
Gianfranco Parolini escribe y dirige este spaghetti western que, lejos de ser una de las obras maestras del cine, sí que estableció las bases para uno de los personajes más importantes del género, Sartana. Este brillante y elegante tahúr, en apariencia parece ser alguien que no ha empuñado jamás una arma, pero lo cierto es que la mirada de halcón debajo de la ala de sombrero rápidamente revelará que no es alguien que pueda ser tomado a la ligera. Gianni Garko —John Garko en los créditos— se pondrá en la piel de este apuesto pistolero en cuatro ocasiones, mientras que, en paralelo, se desarrollaría la serie de Sabata, protagonizada por Lee Van Cleef, cuyas características son prácticamente las mismas… pero estoy divagando.
Sartana es uno de los protagonistas más enigmáticos, ya que no solo desconocemos sus orígenes —algo muy parecido con lo que sucede el Rubio de Clint Eastwood—, sino que tampoco tenemos muy claros sus objetivos, a la vez que nos cuesta comprender la relación entre sus curiosas habilidades y la realidad; y eso no solo se logra con la indumentaria, sino con la manera de presentar al personaje, que aparecerá en escena de forma furtiva, en silencio, para pillar por sorpresa a amigos y enemigos, algo que incomodará a ambos, pero que solo sufrirán los segundos. Es listo, astuto, con recursos y hábil con las armas, y pocas serán las veces que lo sorprendan a él, siendo un personaje casi invencible. Sin embargo, por otro lado, seguramente por la forma de hacer de Garko, Sartana tiene una sonrisilla con sorna, como si todo lo que sucede a su alrededor le hiciera gracia, aportándole un algo especial al personaje.
En otro orden de cosas, a pesar de que la peli gira alrededor de este maravilloso personaje, lo cierto es que toda ella se caracteriza por una puesta en escena de lo más teatral, casi histriónica, y no porque no se tome en serio a sí misma, sino por todo lo contrario, ya que el drama que se desarrolla, sobre todo el tramo final, casi podría ser shakespeariano. En este sentido, veremos un Klaus Kinski que apenas abrirá la boca y todo lo expresará con sus gestos, demostran el actorazo que era en muy pocos minutos en pantalla, pero también el Lasky de William Berger es exageradamente malvado, con una risa aguda y terrorífica, que nos hará temblar ante este personaje que parece gozar con la violencia hacia los otros. Toda la peli es así, llena de altibajos, valles de auténtica calma, hasta que, de repente, se desata el caos y la violencia hasta el punto de que no queda ni un solo personaje vivo… bueno, excepto Sartana. Además de los ya mencionados, que se meriendan la pantalla, el reparto lo completarán nombres como Fernando Sancho, Sydeny Chaplin, Gianni Rizzo, Heidi Fischer y Franco Pesce, que dará vida al simpático enterrador del pueblo.
Entre la puesta en escena exagerada —pero consciente—, un elenco de personajes brillantes y perfectamente interpretados, y una fotografía atrevida muy de los sesenta, Parolini y su equipo logran dar vida a un relato muy típico del spaghetti western, pero con ciertos elementos originales que hacen que la cinta vaya de menos a más en un in crescendo narrativo hasta un clímax final que nos mantendrá en vilo la hora y media que dura. En muchos aspectos, tal vez es una de las cintas que más recuerdan al estilo narrativo de Lucky Luke de Morris, en el que veremos personajes estereotipados, pero muy bien elaborados, que nos harán sentir inmediatamente integrados en la trama.
A pesar de no ser una de las más importantes del género, esta cinta debe ser tomada en consideración por su manera de hacer, ya que si bien es muy de la serie B de aquella época, también fue una revelación que marcaría un punto más de inflexión en la breve vida del spaghetti western.