
Aprovechando estas fechas tan importantes en los calendarios de todos, quiero reflexionar sobre aquellas película no solo ve, sino que se reencuentra con ellas. Solo en casa (1990), dirigida por Chris Columbus y escrita por John Hughes, es exactamente eso. Una comedia familiar navideña que, vista desde la infancia, era una fantasía de independencia absoluta, y revisitada desde la adultez, se revela como algo más: una fábula sobre la soledad, el ingenio y el deseo universal de ser escuchado.
Debo confesar que Solo en casa sigue funcionando para mí porque, en el fondo, es una película de supervivencia doméstica, casi un “home invasion” suavizado por el humor slapstick. Kevin McCallister no es solo un niño olvidado: es un pequeño estratega enfrentado a amenazas reales… aunque torpemente humanas.
La historia es tan simple como brillante: Kevin, el menor de una familia numerosa y caótica, es olvidado accidentalmente en casa durante las vacaciones de Navidad. Lo que podría haber sido un drama infantil se convierte en una comedia de ingenio cuando Kevin descubre dos cosas: que está solo… y que dos ladrones planean entrar en su casa. A partir de ahí, la película se transforma en un juego de escalada donde la imaginación infantil vence a la incompetencia adulta.
El gran mérito del guion de John Hughes está en cómo equilibra el humor físico extremo con una base emocional sorprendentemente sólida. Kevin no es solo un niño listo: es un niño herido, constantemente infravalorado, que cree que su deseo de “no tener familia” se ha cumplido como castigo. Esa lectura emocional es clave para que la película no se limite a una sucesión de golpes y trampas.
En cuanto a los personajes, Kevin McCallister (interpretado por un joven Macaulay Culkin en estado de gracia) es un icono cultural por una razón. No es empalagoso ni artificialmente adorable: es sarcástico, inteligente, un poco cruel… y completamente humano. Culkin consigue que empaticemos con él incluso cuando se comporta como un pequeño sociópata en potencia.
Los ladrones, Harry y Marv, funcionan como antagonistas perfectos: caricaturescos, torpes y exagerados hasta el límite del cartoon. Desde una mirada adulta, es imposible no pensar que esta película, sin humor, sería puro terror. Pero precisamente ahí está su genialidad: convierte la violencia en coreografía cómica, casi como una película de acción exagerada para todos los públicos.

Técnicamente, Solo en casa está dirigida con una claridad admirable. Chris Columbus entiende el ritmo del gag visual y la progresión de la tensión: cada trampa es más elaborada que la anterior, cada golpe más absurdo. La puesta en escena de la casa es esencial: el hogar se convierte en un campo de batalla, un laberinto de objetos cotidianos transformados en armas improvisadas. Para alguien que disfruta del cine de acción y del terror, esta secuencia final es puro placer narrativo.
La banda sonora de John Williams merece mención aparte. Eleva la película a algo casi mágico, envolviéndola en un tono navideño que evita que el caos se vuelva cínico. Gracias a la música, Solo en casa nunca pierde su calidez, incluso cuando está lanzando ladrillos desde una escalera.
¿Tiene defectos? Claro. Vista hoy, la ausencia total de consecuencias físicas para los ladrones es ridícula (nadie sobrevive a eso). Algunos secundarios familiares rozan la caricatura. Pero honestamente, nada de eso resta fuerza al conjunto: la película sabe perfectamente lo que es y no pretende ser otra cosa.
Revisitar Solo en casa siendo adulta es una experiencia curiosa: sigues riéndote, sigues anticipando cada trampa… pero ahora conectas más con la soledad de Kevin que con su travesura. Es una película que funciona en varios niveles y que, sin proponérselo, ha envejecido como un clásico moderno.
Estamos ante una película prácticamente perfecta dentro de su género. Es divertida, ingeniosa, emocionalmente honesta y culturalmente imborrable. No alcanza el cenit de obra maestra solo porque su impacto depende en parte del factor nostalgia, pero incluso despojada de ella, sigue siendo una obra de comedia extraordinariamente bien construida.
Solo en casa no es solo una película navideña: es una fantasía infantil, una comedia de acción disfrazada y una historia sobre sentirse pequeño en un mundo que no siempre escucha. Y eso, sinceramente, nunca pasa de moda. Y, por cierto…
¡Feliz Navidad de parte de todo el equipo de LASDAOALPLAY!
