Veinte años después del final de The Next Generation —y de la última de las películas—, Picard vive apartado de la Flota Estelar por las diferencias que tiene con ellos por algunos de los sucesos que hubo en el pasado. Se dedica a las viñas de sus antepasados y poco más, solo intenta redimirse de aquello por lo que se siente culpable con pequeños gestos. Sin embargo, todo da un giro de ciento ochenta grados cuando la hija de un viejo amigo aparece en escena pidiéndole ayuda… la hija del comandante Data.
Esta es la premisa de la primera temporada de esta serie que se estrenó a principios del 2020 en la plataforma de Amazon y que, desde un principio, deleitó a críticos y fans que validaron su calidad. A pesar de que en todo momento se intenta separar de The Next Generation, queriendo centrar toda la atención en Picard y en los nuevos personajes, las conexiones son inevitables, no solo por la presencia de Ryker o de Data, sino también por el peso que tiene el pasado en la trama principal. Lo curioso de todo el asunto, es que si bien al principio siempre hubo la intención de marcar una distancia de seguridad con la serie de los noventa, cambiando el estilo narrativo —se abandonaron los capítulos autoconclusivos para presentar una sola trama que evoluciona a lo largo de toda la temporada, como hizo antes Star Trek: Discovery—, a medida que avanzaron los capítulos y las temporadas, el factor nostalgia regresó con la fuerza suficiente, no solo porque era lo realmente lógico para una serie de despedida como es Picard, sino por lo que era lo que pedían todos los fans. Así pues, si en las primera y segunda temporadas las apariciones de «viejos amigos» como Data o Ryker, fue meramente testimonial, en la tercera se dejaron de corsés innecesarios —se eliminaron o arrinconaron los personajes nuevos presentados en las primeras temporadas— e hicieron lo que debieron hacer desde un principio, reunir a toda la tripulación del Enterprise y meterlos en una última gran aventura.
Como también me sucede con la ya mencionada ST: Discovery, con Picard tengo una relación de amor odio. No pongo en duda la calidad, ya que es incuestionable, sino más bien la conexión que tengo con ella. Por un lado, no puedo resistirme a la idea de ver de nuevo a Picard y al resto corriendo aventuras; pero, por el otro, las aventuras no encajan en lo que para mí es Star Trek, es decir, aventuras de ciencia ficción, sino que entran en el terreno de lo personal, dejan de ser intrépidos exploradores para ser astronautas con todo una retahíla de dramas y traumas personales que, a mí, me sobran. Además, a todo esto se debe sumar el hecho de que si bien son los mismos actores interpretando a los mismos personajes, los años no pasan en balde, y con los más de ochenta tacos de Patrick Stewart, no te crees que Picard pueda aguantar todo lo que le pasa por encima… algo que sí que era más creíble cuando hacía de Profesor Xavier en las últimas entregas de X-Men.
Dejando de lado estas cuestiones, a las que uno solo llega cuando toma la decisión de escribir artículos como este, lo cierto es que es una de esas series de sobremesa, es decir, de esas que si te pierdes un segundo, no pierdes el hilo, que es fácil de seguir y que, además, siempre va a mejor, por el mero hecho de que, a pesar de un Ryker empuñando un phaser o un Data revivido por enésima vez sean difíciles de creer, siempre mola que Picard y su tripulación regrese para patear el culo de los malos, sean terroristas romulanos, Borg o el viejo Q… ¡Por qué sí, Q sigue dando por saco! ¡Eso sí que me encanta!
Como veis, se trata de una relación de amor odio, porque mientras la veía, muchas veces pensaba que se alargaba demasiado la trama innecesariamente —sin ir más lejos, la tercera y última temporada hay muchos capítulos que solo sirven para presentar a los antiguos miembros de la tripulación de Picard—, pero por el otro no he podido dejar de verla, mientras sufría por saber si el viejo almirante y sus viejos colegas sobrevivirían a su última aventura, fuera porque se sacrificarían por el bien de la galaxia, o si porque les cogería un jamacuco que los dejaría tirados por el camino.
Sin lugar a dudas, Star Trek: Picard es una serie apta para todo el mundo, ya que se adapta a la nueva manera de hacer televisión, pero, sobre todo, se trata de un producto enfocado a aquellos que gozaron con The Next Generation o Voyager. Star Trek realizado con calidad y en su justa medida para no llegar a ser pesado ni inalcanzable. Algo que un trekkie tiene que ver.