“Son tiempos adversos para la Rebelión. Aunque la Estrella de la Muerte ha sido destruida, las tropas imperiales han hecho salir a las fuerzas rebeldes de sus bases ocultas y las persiguen a través de la galaxia. Tras escapar de la terrible flota imperial, un grupo de guerreros de la libertad, encabezados por Luke Skywalker, ha establecido una nueva base secreta en el remoto mundo helado de Hoth. El malvado lord Darth Vader, obsesionado por encontrar al joven Skywalker, ha enviado miles de sondas espaciales hacia las infinitas distancias del espacio…”.
Tras el colosal éxito de Star Wars: Una Nueva Esperanza en 1977, George Lucas se puso manos a la obra para continuar la saga con el empuje que le había dado el respaldo de crítica y público. Las relaciones con la junta directiva de 20th Century Fox, sin embargo, seguían siendo tensas puesto que Lucas quería producir el siguiente film de forma independiente y sin limitaciones de presupuesto. El cineasta californiano tenía ahora el apoyo de las cifras de recaudación y mantenía una buena relación con el nuevo presidente del estudio, Alan Ladd Jr.
Así que se dispuso a llevar a cabo el sueño de su vida, producir el film como un outsider de Hollywood contando con Fox solo para la distribución. Consiguió arrancar, además, un acuerdo para quedarse con todos los rendimientos que surgieran de la venta de merchandising. En cuanto al libreto del nuevo episodio decidió contar con Leigh Brackett, una escritora y guionista de larga trayectoria que había sido colaboradora habitual del gran Howard Hawks. Brackett escribió un borrador bastante amplio que no acabó de convencer a George Lucas. Desgraciadamente, no hubo tiempo para discutirlo ya que la guionista falleció de cáncer en marzo de 1978.
Lucas decidió entonces encargarse de la escritura escribiendo varios borradores en los que volcó una nueva idea: Vader sería el padre de Luke. Tras la máscara se encontraría Anakin Skywalker, antaño un caballero Jedi que fue seducido por el Lado Oscuro cambiando completamente sus lealtades y devociones. En torno a este potente giro dramático, el de Modesto trabajó intensamente en un proyecto cuyo título pasó a ser The Empire Strikes Back.
Meses después, Lucas decidió contratar a Lawrence Kasdan tras comprobar lo que era capaz de hacer con el guión de En Busca del Arca Perdida (Raiders of the Lost Ark). Mientras Kasdan empezaba a escribir un nuevo borrador sobre el material previo, Lucas tomó otra decisión: no dirigiría la nueva entrega puesto que quería centrarse en la supervisión de la producción y en las relaciones con el estudio. Esto le permitiría también disponer de más tiempo para desarrollar la infrastructura de Industrial Light & Magic y coordinar mejor a los equipos de efectos especiales. Para ocupar la silla de dirección, pensó en uno de sus más admirados maestros en la University of Southern California (USC): Irvin Kershner.
Kershner se mostró reacio ante la oferta ya que pensaba que era imposible igualar o superar al film precedente. Pero cuando Lucas le dijo que el tono de la nueva película sería mucho más oscuro y que habría espacio para desarrollar tramas que hasta ahora solo habían quedado apuntadas, Kershner se convenció y entró a fondo en el proyecto.
A partir de entonces, Kershner, Kasdan, y el productor Gary Kurtz, sentaron las bases de El Imperio Contraataca y definieron una estructura sólida y firme que, a grandes rasgos, contenía lo siguiente: una batalla inicial en el remoto planeta de Hoth, el viaje hacia el descubrimiento de sí mismo que realiza Luke Skywalker en Dagobah, la aparición de un gran maestro jedi que inspiraba con cada palabra (Yoda), y la trampa final en Bespin donde Han Solo era capturado y congelado sin opción de salvamento por parte de sus amigos. Luke acudiría en su ayuda encontrándose con Vader por el camino. Lo que descubriría cambiaría para siempre su destino y el de la galaxia.
El Imperio Contraataca se rodó durante el año 1979 en localizaciones de Finse (Noruega) y Oregón (Estados Unidos). Los estudios británicos de Elstree volvieron a ser la base para el rodaje de interiores. En esos hangares, el diseñador de producción, Norman Reynolds, dirigió a un equipo de construcción que creó los enormes escenarios que necesitaba la película.
La película se estrenó el 21 de mayo de 1980 y volvió a hacer temblar la taquilla con unas cifras escalofriantes. El público se sorprendió por el cambio de tono pero lo acogió de maravilla porque vio que esos personajes, que había conocido tres años antes, podían desarrollarse mucho más y ofrecer instantes dramáticos muy intensos. La crítica reaccionó de forma algo fría al inicio ya que esperaban un espectáculo autoconclusivo como fue Star Wars: Una Nueva Esperanza. Sin embargo, con el paso del tiempo, El Imperio Contraataca se ha convertido en la cinta más valorada de toda la franquicia gracias a su potente argumento y a la ruptura de convencionalismos narrativos. Actualmente, forma parte, por derecho propio, de varias listas que agrupan a las mejores películas de la historia del cine. Un reconocimiento merecidísimo.
Hay tantos momentos memorables en la película que resulta imposible reseñarlos todos. Me quedo con todas las secuencias en Dagobah donde Yoda advierte a Luke que experimentará el miedo durante su entrenamiento. También con los nuevos matices en la personalidad de Han Solo. Por primera vez, le vemos dar una imagen que va más allá del sinvergüenza carismático para mostrar sus sentimientos hacia Leia y la vulnerabilidad ante lo que le depara la traición de Lando Calrissian y la presencia de Vader en Bespin.
Todo el reparto trabaja a gran altura y la cinta es una sinfonía repleta de compases perfectos. El tono más oscuro y trágico de la trama encaja muy rápidamente y nos invita a un viaje en el que no todo va a salir como desean Leia, Luke y Han. La oscuridad de Vader y su implacable persecución de ese hijo que creía perdido, inunda la pantalla cada vez que aparece. Con la desaparición de Tarkin, ahora es el jefe supremo del ejército Imperial y solo rinde cuentas ante el Emperador en persona. Su forma de proceder no admite el fracaso y su siniestro uso de la Fuerza será comprobado por varios almirantes. Mientras los cadáveres se agolpan a su alrededor, Vader procede con dureza y se aliará con quien sea para aplastar la Rebelión y capturar a Luke. La partitura de John Williams ayuda muchísimo en todo ello con la magnífica The Imperial March.
Los instantes finales del combate en Bespin son memorables:
Darth Vader: «No hay escapatoria, no me obliges a destruirte. Luke todavía no te has dado cuenta de tu importancia. Solo has empezado a descubrir tu poder, únete a mí y yo completaré tu entrenamiento. Combinando nuestras fuerzas podemos acabar con esta beligerancia y poner orden en la galaxia.»
Luke Skywalker: «Jamás me uniré a ti.»
Darth Vader: «Si conocieras el poder del reverso tenebroso. Obi-Wan no te dijo lo que le pasó a tu padre.»
Luke Skywalker: «Me dijo lo suficiente. Dijo que tú le mataste.»
Darth Vader: «No. Yo soy tu padre…»
Luke Skywalker: «No, ¡eso no es verdad! ¡Es imposible!»
Darth Vader: «Examina tus sentimientos, sabes que es verdad.»
Luke Skywalker: «¡Nooooooo! ¡Nooo!»
Darth Vader: «Luke, tú puedes destruir al Emperador, él se ha percatado de eso. Únete a mí y juntos dominaremos la galaxia como padre e hijo… Ven conmigo, es el único camino.»
Instantes brillantes de la historia del cine, sin más. Momentos emblemáticos que, por sí mismos, definen las pautas de lo que debería ser el entretenimiento de calidad. Recogiendo el dorado testigo de la primera Star Wars, El Imperio Contraataca consiguió incrementar el seguimiento a una franquicia que fue capaz de dotarse de un tono más adulto y oscuro sin por ello perder su esencia básica de space-opera de gran formato.
Curiosamente, la junta directiva de 20th Century Fox no quedó tan satisfecha al comprobar las cláusulas del contrato que Ladd Junior había firmado con Lucas. La pérdida del control sobre el merchandising enfureció a la junta. Por consiguiente, la posición de Ladd como Presidente de la compañía se vio comprometida y tuvo que dimitir. El enfado de Lucas fue tan grande que decidió ofrecer En Busca del Arca Perdida (1981) a otros estudios. Finalmente, fue Paramount quien se hizo con los derechos de distribución.