Qui-Gon: “En Malastare celebran carreras de vainas. son muy rápidas y peligrosas.”
Anakin: “Yo soy el único humano que corre.”
Qui-Gon: “Debes tener reflejos de Jedi si corres en vainas.”
Tal como vemos en este diálogo de La Amenaza Fantasma, las carreras de vainas no son un terreno apropiado para los humanos. La enorme velocidad que se llega a registrar y los intrincados circuitos hacen imposible la supervivencia a no ser que dispongas de una visión multifocal, como es el caso de varias especies alienígenas.
Pero Anakin Skywalker no es un niño normal, tiene habilidades especiales que proceden de la intensa forma en que la Fuerza le recorre. Él mismo es una muestra asombrosa de precocidad al ser capaz de reparar cualquier mecanismo a la corta edad de nueve años. Aprovechando su puesto en el taller de Watto ha aprendido lo necesario para construir su propia vaina de carreras. Con ella está dispuesto a correr en Boonta Eve para ayudar a Qui-Gon y Padme en la consecución de las piezas mecánicas que necesitan.
Pero vayamos al fondo de esta especie de cuádrigas motorizadas. El homenaje que George Lucas dedicó a un clásico como Ben-Hur es palpable en la gran secuencia que muestra la carrera de vainas de Boonta Eve. Desde la presentación de los contendientes, la forma del anfiteatro donde arranca y finaliza la carrera… incluso la música de John Williams, repleta de instrumentos de viento que recuerdan a la proclamación de los aurigas.
La vaina es una sencilla cabina descubierta en la que monta el piloto. Desde allí controla todos los elementos a través de dos o cuatro tubos flexibles que rigen los motores, completamente aislados de cualquier fuselaje. De alguna manera, los caballos de la cuádriga tradicional son aquí unos enormes rotores mientras que las riendas son los tubos que conectan la maquinaria con la cabina de mando.
Se trata de máquinas muy complejas que requieren mucho mantenimiento debido a la exigencia de la competición. En la mayoría de los casos, deben soportar el estrés de correr a más de 800 kilómetros por hora y eso provoca constantes averías. Si, además, le añadimos la enorme dificultad de los circuitos y las posibles colisiones, tenemos un tipo de carrera en que el éxito para el piloto es llegar sano y salvo a la meta puesto que muchos perecen en el intento.
En las carreras de vainas tampoco hay reglas marcadas. Es un terreno abonado a las trampas y a las maniobras de todo tipo. Y en este campo, Sebulba es el número 1. No tiene suficiente con ser un Dug extraordinarimante hábil en el pilotaje sino que disfruta eliminando a sus contendientes con todo tipo de artimañas. Correr junto a él puede significar el final de la vida de cualquier piloto. Sebulba ha convertido el circuito de Boonta Eve, cercano a Mos Espa, en su reino de victorias ilimitadas, Desde varios planetas, acuden otros corredores para usurparle las victorias y el dinero de las apuestas, pero nunca lo consiguen. Ni tan siquiera los Moradores de las Arenas, habituados a entretenerse disparando a las vainas cada vez que hay alguna carrera, parecen entorpecer su reinado.
Pero la nueva vaina que Anakin Skywalker ha construido romperá esa cadena de triunfos y ninguna de las maniobras de Sebulba conseguirá sacar de la carrera a un niño destinado a convertirse en el mejor piloto de la galaxia.
Otros grandes corredores son Teemto Pagalies, orgulloso de su estabilizador electromagnético que le da más seguridad en los giros; Ratts Tyerell, cuyo circuito de refrigeración mejorado ofrece más seguridad a sus motores; Gasgano y sus cuatro brazos con los que manipula mejor las válvulas de escape; y Ben Quadinaros, con su vaina de cuatro motores, más inestable que ninguna otra aunque eso no le preocupa demasiado el bueno de Ben.
En las carreras de vainas se mueven grandes apuestas. La suerte o la desgracia va asociada a los jugadores de un planeta en el que la mala racha en el juego puede precipitar un final inmediato. Casi siempre, las carreras en Mos Espa están patrocinadas por los mismísimos Hutt. Incluso Jabba dispone de un palco privado para presenciar los juegos.
Solo en un planeta del Borde Exterior se puede llegar a celebrar un acontecimiento tan mordaz y pelirgroso. Sin embargo, Boonta Eve acabará creando un mito: el del niño esclavo que se impuso a las malas artes del terrible Sebulba.
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