“Al fin nos revelaremos a los Jedi. Al fin alcanzaremos la venganza.”
Cuando los seguidores de Star Wars ven el rojo y el negro en cualquier anuncio, no piensan en el Milan AC sino en Darth Maul. Sus breves pero trascendentes apariciones en la película más denostada de la saga no fueron impedimento para que Maul se convirtiera en un personaje icónico de forma instantánea. Ya sabemos que los villanos lo tienen fácil para agradar a poco que cuenten con un poder de amenaza consistente. En este caso, quizá la falta de elementos atractivos en La Amenaza Fantasma y la decepción respecto al tono de la película, provocaron que se desplazara el interés hacia Maul. Fue el único gancho de una cinta en la que George Lucas se las ingenió para decepcionar al sector de público que había crecido con la trilogía clásica.
Maul nació en Iridonia, planeta natal de los zabraks en el Borde Medio. Su madre era Kycina, una humana perteneciente a la orden de las Hermanas de la Noche. Las Hermanas eran una especie de amazonas galácticas que tenían esclavizados a los zabraks desde hacía siglos. Kycina no quería para su hijo el destino de un zabrak y fue la que convenció al joven aprendiz Sith, Darth Sidious, para que le concediera a Maul un nuevo camino. En esa época, Sidious era el aprendiz de Darth Plagueis “el Sabio”. Según la “regla del dos” establecida por los Sith, Sidious no podía tomar ningún aprendiz pero el poder de la Fuerza que presintió en el pequeño Maul le persuadió de intentarlo.
Sidious lo condujo secretamente a Mustafar donde fue criado por droides. Más adelante, Plagueis permitió a Sidious instruirle como asesino a las órdenes de los Sith pero se cerró en banda ante la posibilidad de que el zabrak pudiera convertirse en un Lord Oscuro. Su adiestramiento fue durísimo y el propio Sidious se encargó de imponerle tatuajes como forma de limpiar la mente del esbirro.
Siendo niño ya mataba a las órdenes de Sidious mientras aumentaba su ira e odio incrementando el conocimiento del Lado Oscuro. Aprendió a ignorar el dolor puesto que era sometido a castigos de forma asidua. De no haber soportado el adiestramiento, Sidious le habría matado inmediatamente pero el zabrak seguía asumiéndolo todo mientras los ideales del Lado Oscuro fluían en él con más fuerza. A mayores castigos, mayor devoción sentía por su maestro.
A los diez años, fue enviado a la Academia de Orsis donde continuó aprendiendo todo tipo de técnicas de lucha mientras su mentor era informado constantemente mediante informes de progreso. A los diecisiete años, afrontó una prueba final que consistió en una lucha individual de supervivencia en el remoto planeta de Hypori. Allí, un número abrumador de droides le persiguieron sin descanso durante un mes. Tras acabar contra todos aquellos que buscaban su exterminio, se presentó ante Darth Sidious enormemente debilitado y hambriento. El Lord Oscuro le retó a un duelo enormemente desigual en el que el zabrak fue vencido. Sidious le dijo que era un fracaso como aprendiz y afirmó que llevaba años adiestrando a otro alumno que había demostrado ser más comprometido. El odio hizo estragos en Maul y, aunque yacía sobre el suelo, se lanzó sobre su maestro mordiéndole vorazmente en una mano. Comprendiendo que había infringido el código y había atacado a su señor, Maul aceptó su ejecución. Pero Sidious descubrió entonces que todo había formado parte de la prueba. No existía el otro aprendiz y Maul había logrado que el odio fuera el motor de sus actos por lo que fue investido como Lord Sith.
Afincado ya en Coruscant, Sidious empezó a encomendarle misiones de alta responsabilidad que probaron la enorme destreza para asesinar que siempre le caracterizó. Tras colaborar en la caída del Sindicato del Crimen conocido como Sol Negro, Sidious envió a Maul tras unos Jedis que estaban poniendo en peligro sus planes de bloqueo e invasión de Naboo a través de la Federación del Comercio. Consiguió interceptar a los Jedi en el desértico planeta de Tatooine y allí tuvo un breve enfrentamiento con Qui-Gon Jinn, el cual retuvo a Maul hasta que la nave de la Reina Amidala pudo despegar. Jinn reconoció el poder del Lado Oscuro y, poco después, advertiría del regreso de los Sith a un incrédulo Consejo Jedi.
De regreso a Naboo por decisión expresa de Amidala, Qui-Gon Jinn y su aprendiz, Obi-Wan Kenobi, idearon un plan para recuperar el control del Palacio de Theed y permitir el despegue de los cazas. Consciente de este movimiento en su doble papel como Senador Palpatine, Sidious envía a Maul para impedir esos planes. En el hangar del palacio se desata un brutal combate entre el zabrak y los dos Jedi.
Después de una dura pugna, Maul consigue zafarse de Qui-Gonn y le asesta una estocada mortal con su doble sable de luz. Obi-Wan asiste impotente a la muerte de su mentor puesto que queda atrapado momentáneamente en un campo de fuerza. Cuando el dispositivo se abre, Kenobi y Maul se enzarzan en un atlético enfrentamiento. Obi-Wan destruye uno de los lados del sable rojo del Sith pero éste consigue finalmente precipitarle a un canal de ventilación. Sujeto a un resorte, Kenobi aguarda su momento y atrae el sable láser de Qui-Gon con la Fuerza. Con un salto inesperado, el Jedi sorprende a Maul seccionándole la cintura.
Las crónicas del Universo Expandido exploran una serie de tramas en las que Maul habría sobrevivido al combate. Pero tales historias son tan inverosímiles que prefiero centrarme en el gran trabajo que realizó el actor elegido para encarnarle en la gran pantalla. George Lucas eligió al experto en artes marciales, Ray Park, para el papel. Surgido de las peores pesadillas del diseñador Iain McCaig, Darth Maul no podría haber llegado a ser tan amenazante sin la destreza y la agilidad de Park. Tal fue su buen hacer que, en los años posteriores, fue reclutado para intervenir en películas como X-Men, Sleepy Hollow, y GI Joe, entre otras. No obstante, las pocas palabras que pronuncia durante la película fueron grabadas por el cómico británico Peter Serafinowicz.
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