Japón. Interior. Noche. Silencio. Un hombre de traje oscuro y gesto tranquilo se encarga de atizar a unos delincuentes con el fin de hallar al rehén que tienen estos y al que le encargado liberar. Lo consigue. [Cambio del blanco y negro a los colores cálidos de California]. Los Angeles. Exterior. Día. Solo un banda sonora de jazz suave. El mismo hombre conduce un deportivo hasta la mansión de un gran productor de cine para escuchar su caso: su nieta ha desaparecido y quiere que él la encuentre.
Dicho así, esta trama tanto podría ser la de una cinta protagonizada por Humphrey Bogart y Lauren Bacall en la edad dorada del cine negro de los cuarenta, o la última serie estrenada en la plataforma de Apple con Colin Farrell como protagonista ambientada en la actualidad… como resulta que es. Farrell se pone en la piel de un detective privado al que no le gusta usar armas, ama el jazz y es una enciclopedia andante de cine. Por ese motivo, cuando el gran productor Jonathan Siegel le encarga encontrar a su nieta, no puede resistirse, a pesar de lo que le aconseja Ruby, una suerte de agente para sus casos. A partir de esta premisa bastante arquetípica, pero muy bien gestionada por parte de la producción para que nos parezca un tributo o una fuente de inspiración y no un refrito, se desarrolla una historia repleta de trapos sucios, engaños, prostitución, drogas y ese largo etcétera, pero que en buenas manos puede dar unas historias increíbles… como es el caso.
Con ocho episodios que no superan los cuarenta minutos, estamos ante un producto perfecto para maratonear, que nos enganchará enseguida y querremos saber qué sucede con Sugar, Siegel y Olivia, siendo esta más una excusa para el devenir de la trama que no un elemento clave en su desarrollo.
Sugar es una de esas series de las que es difícil hablar sin estropear el final. Es decir, la factura es perfecta, con ese estilo tan reconocible del cine negro, todos los actores están a la altura de la situación, sobre todo un Colin Farrell al que se le ve disfrutar en su trabajo y, finalmente, pero no menos importante, un historia cautivadora, sin ser abasalladora resulta compleja, con un giro final que… Madre mía, qué giro argumental. Es cierto que para aquellos más avispados, habrá elementos que nos harán olernos que hay algo más, algo diferente en esta cinta, algo ajeno al género que, incluso intuyéndolo nos dejará con la boca abierta cuando se nos muestre en pantalla… y no digo más, salvo que preparaos para la sorpresa.
Dejando a un lado este giro Sugar tiene dos puntos clave que no dejan lugar a dudas sobre su calidad. El primero de ellos es su imagen, hay un tratamiento muy cuidadoso del color y la luz, potenciando esos tonos ya tan reconocibles de la ya legendaria California hollywoodiense; también unos encuadres atrevidos, sin caer en la comodidad del plano estático, sino que la cámara se mueve y se adapta según la necesidad de la historia, para permitirnos adentrarnos en la escena, casi como si fuéramos parte de ella. Dando, como resultado, un conjunto tan bellamente artístico que desde el opening a la mayoría de planos, se podrían ver y disfrutar sin necesidad de una historia tras ellos.
El otro elemento clave es cómo la historia se desarrolla, cómo se resuelve el caso y cómo se nos presenta el giro final, de tal modo que no hay necesidad de una segunda temporada, a pesar del final abierto, ya que se nos ha presentado tan magníficamente a Sugar y su manera de ser y trabajar, que sabemos de sobras que seguirá cumpliendo como lo ha hecho en estos ocho episodios, porque él es así. Voy a ser sincero, claro que me encantaría poder disfrutar de una segunda entrega y una resolución para el caso personal de Sugar, pero se nos acompaña tan bien hasta el final que no hace falta, porque en nuestro interior, aquellos que conectemos con el personaje, sabemos que lo logrará.
Como podéis ver solo tengo palabras de alabanza para esta serie y las tengo, sobre todo, porque me ha sorprendido, no esperaba que lo hiciera, sino que más bien esperaba un producto de relleno de AppleTV+, pero como está sucediendo últimamente, los de Cupertino me están dejando anonadados con productos de fiabilidad asegurada como Los amos del aire, alegres reencuentros como The Snoopy Show o perfectas sorpresas como Sugar que, sin duda, vale la pena ver, porque nos dejará sin palabras.