La ciencia ficción, ese género tan maravillosamente complejo y futurista, se supone que debería desafiar nuestra imaginación y llevárnosla a nuevos límites, ¿verdad? Bueno, en el caso de la última película de Gareth Edwards, parece que se quedó un poco corta, o tal vez mucho.
A pesar de tener un presupuesto que muchos directores de cine indie darían su brazo derecho por tener, y efectos especiales que probablemente hicieron sonreír a los técnicos de CGI, la película se siente como un coche de lujo sin motor. Visualmente impresionante, sí, pero en cuanto a la historia, bueno, digamos que «superficial» sería un elogio.
Los personajes son un desfile de clichés andantes, tan planos que podrían deslizarse bajo la puerta. El protagonista, Joshua Graham (John David Washington, el prota de Tenet), es un exagente de las fuerzas especiales que es reclutado para cazar y matar al Creador, el arquitecto de una inteligencia artificial que ha declarado la guerra a la humanidad. Esta premisa es tan típica del género de la ciencia ficción que es difícil sorprender al espectador. Además, la trama está llena de clichés, como la pérdida del amor del protagonista, la lucha entre el bien y el mal, y el tópico final feliz.
Y el guion, cuenta con una narrativa tan predecible que casi puedes ver a los escritores encogiéndose de hombros y diciendo «bueno, esto tendrá que servir». Es el tipo de película donde los chistes malos y los giros argumentales de «deus ex machina» están tan fuera de lugar que casi esperas que los personajes se den cuenta de lo absurdos que son. Es como si la película nos dijera: «Mira, intenté ser profunda y significativa, pero ¿quién necesita eso cuando tienes explosiones y efectos especiales?».
Es una pena porque había bastantes expectativas generadas por los trabajos anteriores de Edwards, el director venía de hacer Rogue One: Una historia de Star Wars y anteriormente hizo el remake de Godzilla que dio paso al MonsterVerse. Edwards es un director talentoso que ha demostrado su capacidad para crear películas visualmente impresionantes y entretenidas. Sin embargo, en este caso, parece que se le fue la mano con los efectos especiales y olvidó lo importante que es una buena historia.
El uso de la inteligencia artificial (ahora que está tan de moda) en la película es tan superficial que te hace preguntarte si el guion fue escrito con la ayuda de un charobot de bajo presupuesto. La IA es presentada como una fuerza malévola y omnipotente, pero sus motivaciones y objetivos nunca se explican con claridad. Otras pelis han explotado mejor este tema como Ex Machina o incluso la última de Misión Imposible, si hasta el live action de Ghost in the Shell está mejor que esto. Y por supuesto sin contar a la genial Blade Runner que le pega un repaso a esta.
En resumen, la película The Creator es una decepción. Tiene un presupuesto elevado, visualmente preciosa y efectos especiales impresionantes, pero su historia es predecible y sus personajes son planos. La película es un recordatorio perfecto de que, a veces, incluso las estrellas más brillantes pueden perderse en su propio cielo.