Después de cosechar todos los éxitos posibles en el Hollywood de principios del siglo XX, Walt Disney se fue apartando paulatinamente de la producción de películas —para lo que ya tenía un brillante equipo en el que confiar—, para centrarse en su siguiente gran sueño: crear un parque de atracciones al que poder llevar a sus hijas. Sin embargo, hasta ese momento, los parques de atracciones eran lugares sucios, con gente desagradable… lo que viene siendo una feria, pero él se propuso hacerlo diferente, crear un lugar en el que grandes y pequeños pudieran divertirse juntos sin miedo al entorno, un lugar limpio, tranquilo y lleno de magia en el disfrutar… un lugar llamado Disneyland.
Si eres de aquellos que sueñan en vivir en un parque de Disney, el que sea, no importa cual, y que siempre ha pensado que sería maravilloso trabajar en un de ellos aunque fuera barriendo el suelo de Main Street, estamos ante el programa perfecto, ese que nos deleitará y nos contará cosas que tal vez sabemos, pero muchas otras que nos harán ser todavía más fervientes seguidores de la factoría del ratón y los parques que tiene esparcidos por el mundo. Además, se nos da una visión muy amable de Walt Disney —sea cierta o no— y de toda la empresa que se dedica a hacer los parques, ya que se poner mucho énfasis en el hecho de que hay un esfuerzo en mezclar la ingeniería y la imaginación —de aquí el nombre con el que los bautizó Walt Disney— para que todo aquello que hay en las pelis de Disney que las hacen —o las hacían— especiales lleguen a ser algo tangible para el público de los parques.
A pesar de que el objetivo principal del programa es hacer un repaso exhaustivo a la historia de los parques, del primero de California, a las últimas atracciones que se han incluido en los parques, así como lo que depara el futuro, lo cierto es que se pueden distinguir dos partes muy claras. Por un lado tenemos la parte más nostálgica, esa protagonizada por Walt Disney y su hermano, así como la fase de los ochenta y noventa, que, por decirlo de algún modo, se podría catalogar como el nacimiento y expansión por el mundo, formando esa primera parte —y, personalmente, mi favorita—; mientras que la segunda sería la dedicada a esos avances tecnológicos —que, sin embargo, existen desde el principio— que superan con creces nuestra imaginación, hasta el extremo de conseguir efectos cada vez más realistas que pueden ir desde la recreación de las rocas flotantes de Pandora hasta la modernización con mapeado de imagen de las atracciones más clásicas, para que la magia que nació allá por los cincuenta no se apague jamás.
En este sentido, es cierto que toda la primera parte, aquella que llega hasta los noventa, tiene ese encanto que siempre tiene el pasado —ya que, como todos sabemos, cualquier tiempo fue mejor—, sea porque vemos y oímos de testigos de primera mano cómo se levantó el primer parque o cómo se crearon algunas atracciones ya clásicas, como Piratas del Caribe o Space Mountain, como por el esfuerzo que se hizo para sacar adelante estos proyectos titánicos que, al principio, parecían estar destinados al fracaso. Y es que, se quiera o no, la sensación que hay es que al principio, aunque siempre hay la sombra del negocio, es que existía un sueño por crear algo maravilloso y grande que dejaría al mundo impresionado —el propio Disney pasaba más horas en los parques que en los estudios—; mientras que en la recta final, ese halo de creatividad no se pierde del todo pero se ve que hay más de negocio que de arte, ya que se nos muestra no solo la búsqueda de nuevas tecnologías, sino el aprovechamiento y reciclaje de viejas atracciones para adaptarlas al público actual y las nuevas licencias —como Marvel, por ejemplo— de las que dispone la compañía.
A pesar de todo lo que se puede criticar, como amante del Disney más clásico y de los parques y de todo lo que los rodea, lo cierto es que es una serie documental que he disfrutado todas las veces que la he visto, y recomiendo su visionado a aquellos que, si pudieran irían cada semana a un parque, ya que la producción se ha esmerado en hacer que el espectador se traslade a estos maravillosos lugares como si estuviera allí mismo. Imprescindiblemente Disney.