A pesar de que The Pacific es conocida por muchos como la segunda parte de Hermanos de Sangre, lo que en ello se nos narra sucedió antes de lo sucedido en Hermanos de Sangre. Los primeros americanos que entraron en guerra no fueron los que lucharon contra los nazis en una guerra sin cuartel por toda Europa, sino el Cuerpo de Marines de los Estados Unidos de América que desembarcaron en las islas del pacífico donde los japoneses —que habían iniciado la guerra con el ataque a Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941— habían creado un imperio que amenazaba a Australia y a los propios Estados Unidos.
Como es imposible narrar la historia de todos y cada uno de los marines que participaron en batallas tan importantes en la Guerra como Guadalcanal, Peleliu o Iwo Jima, la serie se centra en la experiencias de cuatro hombres, Robert Leckie, Eugene Sledge, Sidney Phillips y John Basilone. A través de sus vidas descubrimos como sufrieron los hombres que lucharon en el pacífico, como a pesar de no tener las mismas recompensas que los soldados del teatro europeo, lo dieron todo para luchar por su país. Lo que la serie quiere dejar claro es la dureza de los combates, tanto por las condiciones climáticas —que incluyen sequía, monzones, humedad, barro, enfermedades, y un largo y horrible etcétera— como por los rivales que tenían enfrente. Los japoneses no eran, como los propios protagonistas nos comentan, soldados normales, no se rendían, podían no comer, no beber, no tener armas, pero se mantenían en la primera línea de fuego hasta que la última gota de sangre les saliera del cuerpo. La divinidad imperial y los códigos de conducta japoneses hacían de estos hombres los más duros de pelar de toda la guerra.
Tras el éxito cosechado con Hermanos de Sangre, Steven Spielberg y Tom Hanks dieron por terminada su tarea, pero enseguida vieron que se habían olvidado de hombres que entraron en guerra antes, que estuvieron en guerra durante más tiempo, y que normalmente son olvidados, los Marines. Así que, sin prisa pero sin pausa, junto con un magnífico equipo se pusieron a trabajar en la producción de The Pacific, inspirándose en los relatos autobiográficos de Leckie y Sledge, entre otros, así como en el asesoramiento de Hugh Ambrose, hijo del asesor de Hermanos de Sangre, Stephen Ambrose.
Sin duda alguna, como era de esperar, el éxito de esta cinta estaba asegurado desde que se anunció que se realizaría, pero como también era de suponer, gustó mucho menos que Hermanos de Sangre. Como historiador militar debo decir que la introducción de lo que podríamos llamar “la vida cotidiana del soldado” —como eran antes, que se encuentran durante y después de la guerra— es interesante, pero esta cinta peca de exceso en este sentido. Por otro lado, y como crítico, lo que más me disgusta de la serie es la poca personalidad, es decir, mientras que Hermanos de Sangre veíamos a un grupo de soldados que evolucionaba con la guerra, morían o sobrevivían, pero siempre eran los mismos hombres, en este caso la mitad de la serie está enfocada a un grupo, y la otra mitad a otro, ambos conectados por la amistad de Eugene Sledge y Sidney Phillips. Con los personajes de Hermanos de Sangre vivías las mismas experiencias, te llegabas a sentir identificado, sufrías con ellos, en este caso ves como sufren los marines pero no sientes esa conexión con los personajes, incluso hay algunos personajes que pueden caerte mal o causarte una sensación extraña, identificándolo sus caracteres de forma equivocada.
A pesar de ello, y de no llegar al nivel de su predecesora —algo normal, ya que el nivel de esta serie es tan alto que resulta inalcanzable—, The Pacific mantiene la esencia y el estilo creado por Salvar al soldado Ryan y Hermanos de Sangre, dando lugar a una magnífica tercera entrega. Una serie brillante, que una vez empiezas a ver el primer capítulo no puedes parar hasta que termina, un imprescindible de los seriéfilos y de los amantes del cine bélico.