Tomb Raider vuelve a la gran pantalla con imagen renovada. Del mismo modo que en los videojuegos ha habido un reboot de la saga, en esta entrega contamos con nueva historia y lo que es más importante, nueva actriz encarnando a Lara Croft.
Todos recordamos las dos entregas anteriores protagonizadas por Angelina Jolie, al igual que teníamos en el juego, el personaje era exuberante, potenciando los rasgos femeninos al máximo. Quien no recuerda esos triángulos puntiagudos que formaban el pecho de la protagonista, y es que cuando el hardware no daba para más, poco se podía hacer.
Del mismo modo que las películas de Angelina Jolie se basaban en el estilo de los videojuegos de la época -principios del 2000- esta nueva entrega coge el estilo de los nuevos videojuegos -2013 en adelante-, y esto significa que tenemos a una Lara Croft más juvenil, más inexperta y menos exagerada físicamente, en definitiva, más realista.
La historia de la película se basa principalmente en la del juego de 2013 aunque coge cosas también de la secuela de 2015. Tras la desaparición de su padre Richard Croft, Lara encuentra unos informes y documentos que hablan sobre la reina del Sol, Himiko que según la leyenda tenía poderes sobrenaturales, también de una sociedad secreta llamada Trinidad, la cual pretende resucitar a Himiko para poder controlar el mundo, estos hechos llevaran a Lara Croft a la isla de Yamatai, en el Triangulo del Dragón, cerca de Japón.
De lo que más se ha hablado en un principio ha sido de la elección de la actriz que interpreta a Lara Croft, Alicia Vikander es quien coge las riendas dejadas por Angelina Jolie para mostrarnos a esta nueva Lara. Creo que la elección es más que acertada y se nota que la chica se lo ha currado, su papel encaja perfectamente y aporta frescura y carisma al personaje. No podemos decir lo mismo del resto de personajes, el cual solo se salva el compañero de Lara Lu Ren (Daniel Wu), el padre de Lara -que lo interpreta Dominic West– no ofrece mucho, pero la peor parte se la lleva el malo de turno. Walton Goggins interpreta a Mathias, y a pesar de tener el mismo nombre que el del videojuego de 2013 no se parece en nada, en esta ocasión no se han esforzado mucho y han ofrecido al típico malo de manual de las pelis de acción y aventuras, ya sabes el malo con cara de malo, que se carga algún personaje inocente e irrelevante para que sepamos que es malo, o se carga también a sus hombres para que sepamos que es muy malo, pero que nunca se carga a los protagonistas a pesar de haber tenido muchas ocasiones de hacerlo, en fin un clásico.
Lo mejor de la película es que tiene un estilo muy parecido al de los videojuegos, con guiños incluidos como el arco o el piolet, o los puzzles y trampas tan clásicos del género. Y aunque no se explotan demasiado si son suficientes para ayudar a mantener el ritmo de la película. En cuanto a nivel visual cumple con lo básico, buenos efectos especiales en los momentos de acción aunque con planos muy cerrados que no transmiten la ambientación propia de la isla y de un lugar inhóspito e inexplorado, diría que el presupuesto que han destinado a los escenarios y el tema visual y es mas bien escaso.
En definitiva esta nueva entrega de Tomb Raider mantiene el nivel para el tipo de película que es, ofrece lo esperado, es entretenida y mantiene ciertos detalles y guiños de los videojuegos. No es que sea un peliculón pero tampoco es insufrible.