Trek Nation recorre el viaje físico y espiritual de un hijo que trata de descubrir y entender la enorme significación y repercusión de la gran obra de su padre.
No es una obra cualquiera porque se trata de Eugene Roddenberry Jr. en la búsqueda de los elementos más importantes que caracterizaron la vida profesional de su padre, el gran Gene Roddenberry (1921-1991), en la que fue su creación inmortal: la saga Star Trek.
«Rod» Jr. contaba sólo diecisiete años en el momento del fallecimiento y nunca manifestó un gran interés por el trabajo de su padre, más bien lo contrario. Sus largas ausencias del domicilio familiar por las múltiples horas de trabajo, en los diferentes proyectos de la saga, le alejaron de él y su pronta desaparición impidió que pudiera comprender la significación de su obra en boca de su propio padre. Consentido y con mucho dinero a su disposición, Rod Jr. se dedicó a vivir su vida con rebeldía mientras vivía ajeno al legado de su familia.
Pero, con el paso de los años, fue sintiendo una mayor necesidad de reencontrarse con su padre y comprender sus motivaciones. Y no existía mejor forma que hacer este proceso a través de un viaje inciático por los mundos figurados que él creó, entrevistando a aquellos que fueron sus amigos y sus más estrechos colaboradores. Un viaje que le lleva también a tomar conciencia del vasto impacto mediático cosechado por Star Trek, en todas sus propuestas. La manifestación más evidente de todo ello es el enorme seguimiento de sus incondicionales fans.
El documental nos invita, pues, a acompañar a Roddenberry Jr. en su inmersión en la historia de la saga. Convertido en una especie de detective del tiempo, el hijo reconstruye la biografía del padre desde que, en los años 60, creó una serie de televisión que ya, desde el principio, poseía un nivel de trascendencia que superó a todos las propuestas anteriores de ciencia ficción. Una dedicación que le ocupó durante los 25 últimos años de su vida y que no terminó con su desaparición. Roddenberry fue suficientemente influyente y carismático como para inspirar a otros en la filosofía de lo que él concibió. Y así se ha mantenido en los años posteriores a lo largo de un viaje interminable hacia donde nadie ha llegado hasta ahora…
Hay muchos momentos memorables en el documental dirigido por Scott Colthorp y conducido, con inusitada solvencia, por el heredero del imperio. Las entrevistas a los actores, a los creativos, y a los fans consiguen equilibrar una propuesta que combina historia, creación audiovisual, pero también ramificaciones políticas, situaciones emotivas, y también unas notas acertadas de humor.
Además, Trek Nation consigue hilvanar un retrato sincero del patriarca Roddenberry. Un relato en el que están presentes las luces y las sombras de su compleja personalidad. No estamos ante una hagiografía donde todo es positivo y goza de brillantez absoluta. Podemos conocer cómo Gene vivió, la pasión por su trabajo, y también algunas de sus mayores debilidades. Tampoco se oculta un cierto sentimiento de reproche hacia un padre demasiado ausente y quizá excesivamente autoritario siempre que estaba en casa. En este sentido, resulta interesante la conversación que mantienen Rod Jr. y Wil Wheaton (el alférez Wesley Crusher en Star Trek: The Next Generation). El hijo real y el hijo de ficción se reúnen para compartir experiencias y Wheaton reconoce que tuvo en Roddenberry a una figura paterna dentro y fuera del plató.
También querría destacar las palabras de Nichelle Nichols (Uhura) al explicar su intención de volver a los escenarios teatrales tras la primera temporada de la serie original, en 1967. Y cómo optó por continuar cuando el propio Martin Luther King la exhortó a seguir con estas palabras:
«Por primera vez, estás interpretando un papel que no cumple una cuota. Trabajas en un proyecto como una igual, y eso tiene una gran importancia para todos nosotros. Te has convertido en un ejemplo a seguir».
Y es que este es uno de los grandes valores que aportó Roddenberry a sus creaciones. Nos habló de un mundo que había superado los conflictos y enterrado sus estigmas. Nos introdujo a una tripulación multiracial y multinacional en el marco de una Federación Unida de Planetas donde el fundamento principal era la defensa de la paz y la justicia. En los años 60, fue tremendamente innovador ver a una tripulación en la que convivían norteamericanos, rusos, afroamericanos, y orientales. Una imagen de conciliación que debería presidir los actos de una sociedad evolucionada en el siglo XXIII. Quien sabe si el sueño de Roddenberry llegará a cumplirse.
Cambiando completamente de época, querría también resaltar el momento en que Rod visita el Skywalker Ranch para entrevistarse con George Lucas. Este confiesa que la repercusión y expansión del género de ciencia ficción, conseguido por Star Trek, le dio pábulo para pensar que su primer borrador de una extraña «space-opera» podría ser de interés para el gran público.
Por último, me gustaría también hacerme eco de la visita a Paramount Pictures para entrevistarse con J. J. Abrams, sobre cuyos hombros descansa ahora el futuro de la franquicia Star Trek en el cine. Rod le muestra un video donde el mismísimo Roddenberry comenta, en 1986, su idea de volver algún día a los orígenes y contar la historia de cómo se formó la primera tripulación del Enterprise. Hablaba, ya por entonces, de reunir a un nuevo reparto de jóvenes talentosos que explicaran como Kirk, Spock, McCoy, Scotty… se embarcaron en su primera misión conjunta a bordo de la nave insignia de la Federación. Y apostilla algo importante porque llega a afirmar que si alguien se atreviera a hacerlo, le gustaría que la gente pensara que lo había hecho mejor que él mismo.
Así pues, creo que Trek Nation es una experiencia muy inspiradora y consigue, desde el escepticismo inicial, hacernos ver lo excelsa que ha sido la saga Star Trek a lo largo de casi cinco décadas.