Después de años viviendo en el Reino Unido, Bill Bryson decide regresar a su país natal, los Estados Unidos de América, junto con su familia. Sin embargo, el regreso no es tan perfecto como esperaba, ya que allí, el público espera que se publique su siguiente libro… cuando, en realidad, no tiene ningún plan más, como si ya no tuviera nada más que contar. Pero todo da un giro en un funeral a el que va más por obligación que por otra cosa, y, de repente, choca con la realidad de que tiene que hacer algo, algo que le permita seguir adelante, no para escribir un libro, sino para añadir una nueva vivencia a su tranquila existencia. Ese algo será recorrer el Sendero de los Apalaches, un camino de unos 3500 kilómetros, de sur a norte… que no puede hacer solo, por este motivo, se pone a llamar a amigos y conocidos para que lo acompañen, pero nadie responde; nadie salvo uno, uno que no espera, Stephen Katz. A sus más de sesenta años, esta pareja de hombres probarán suerte en un reto de senderismo al alcance de muy pocos… y más cuando un oso puede atacarlos en cualquier momento.
La manera de enfocar esta historia es, cuanto menos, curiosa, ya que parte de la narración brillante y siempre perfecta de Bill Bryson, que explica los preparativos, el desarrollo y los pasos que siguió en 1996 en su intento de recorrer el Sendero de los Apalaches. Sin embargo, Robert Redford la protagoniza con unos cuantos años, junto a Nick Nolte que, realmente, ha vivido tiempos mejores, siendo más la aventura de un par de iaios que no de unos cuarentones como era en su origen. Por si esto fuera poco, la idea de llevar el libro de Bryson a la gran pantalla por parte de Redford venía de lejos, incluso tenía la idea de protagonizarla con Paul Newman, pero la muerte de este hizo que se alejara del proyecto alegando que nadie podía reemplazar a Newman. Por este motivo, entre otros muchos, el proyecto de se fue postergando hasta que Redford lo retomó, realizando los cambios convenientes para que encajara en el presente de su estreno. Por eso, el aumento de la edad de los protagonistas y algunos cambios relativos a la extrapolación de la historia original de Bryson a la gran pantalla.
A pesar de todo los cambios —como, por ejemplo, el hecho de que los protagonistas realizan el sendero de una tacada, cuando en el libro Bryson y Katz lo hacen en varias etapas e, incluso, Bryson hace tramos en solitario— y del cambio de medio —que no siempre sienta bien—, Redford y su equipo logran captar la esencia de la manera de contar verdades como Bill Bryson. Y es que a pesar de ser un autor que se dedica a la no ficción, la manera de acercarse a los temas que trata —entre los que hay ciencia, literatura y autobiografía— siempre está cargada de un humor limpio pero descarado, sutil pero en el que, inevitablemente, se dicen verdades como puños. Aunque uno de sus títulos más conocidos es Breve historia de casi todo, la verdad es que, personalmente, las que más me han divertido son las que narran sus propias vivencias como En las antípodas —sus viajes por Australia—, Aventuras y desventuras del chico centella —sobre como era el mundo estadounidense cuando era joven— o Un paseo por el bosque, en el que se inspira este libro.
Lo curioso de todo el asunto es como se puede sacar tanto jugo de la crónica de un viaje de senderismo, en el que, por mucho que te pueda ocurrir, lo que principalmente haces es andar. Por ello es genial que se puedan sacar tantos momentos memorables y personajes tan histriónicos como las que se cruzan con el personaje de Redford y su alterego en la realidad, el auténtico Bill Bryson. Y no solo me refiero al brillante retrato que hace Nick Nolte de Stephen Katz, que no tiene nada que ver con el auténtico, pero que recoge las cuatro pinceladas esenciales para que veamos a Katz. No, me refiero a todo el abanico de excursionistas que pasan junto a Bryson/Redford, mostrándonos cuan curioso es el mundo del senderismo y los que habitan en él.
Además de ello, la peli —al igual que el libro— consigue meternos de lleno en la historia, haciéndonos empatizar con los personajes hasta el punto que no podremos parar de reír cada vez que estos excursionistas aficionados deben hacer frente al mundo. En este aspecto, Un paseo por el bosque, se adscribe al cine que últimamente centra la atención de Robert Redford, ya que lejos de esporádicas apariciones en entes como Marvel, lo cierto es que, consciente de su edad, se ha enfocado en historias —dirigidas por él o no, como es este el caso— mucho más crepusculares aunque con cierta carga positiva, como The Old Man & the Gun, Nosotros en la noche o Un paseo por el bosque, que, en retrospectiva, le darán un final redondo a una de las carreras más exitosas del Hollywood de los siglos XX y XXI.
Aunque le libro es más irreverente que la cinta, y esta más sentimental que el primero, lo importante de todo el asunto es que ambos logran captar nuestra atención hasta el punto que, a pesar de que admitamos que ni uno ni otra son perfectos, no podremos negar que nos entretienen lo suficiente como para convertirse en un libro y una cinta de cabecera. Una de esas pelis que te deja con buen humor y muy buen sabor de boca.