“Recuerden, recuerden, el cinco de noviembre. Conspiración, pólvora y traición. No veo la demora y siempre es la hora, de evocarla sin dilación”.
Pero ¿qué fue del hombre? Sé que se llamaba Guy Fawkes y que en 1605 quiso destruir el parlamento Británico, pero ¿quién era? ¿Cuál era su causa? Nos dicen que recordemos los ideales no al hombre, porque con un hombre se puede acabar, lo pueden matar, pero 400 años después los ideales pueden seguir cambiando el mundo.
Y así en un futuro próximo Reino Unido se ha convertido en un estado totalitario y fascista, comandado por el líder Adam Sutler, que ha conseguido someter a la población prometiéndoles una falsa ilusión de seguridad y miedo en consecuencia a los problemas sociales y económicos surgidos en otras grandes superpotencias del mundo. El caso es que la población ha vendido su alma al diablo con la esperanza de mantener el orden y la seguridad. Que mejor momento para esta época sombría que aparezca un revolucionario, un anarquista, un hombre que sea capaz de quitarle la venda que le han puesto al pueblo. Su nombre: V, nada más se sabe de él salvo que lleva el rostro cubierto por una máscara de Guy Fawkes y del mismo modo, pretenderá hacer lo que el otro no pudo, liberar al país de la opresión del gobierno y demostrarles que justicia, igualdad y libertad son algo más que palabras, son metas alcanzables.
Hay claro está gente que no está dispuesta a que esto pase, y el líder Adam Sutler tiene a súbditos que intentaran dar caza a nuestro protagonista, como Creedy o el inspector Finch, porque mientras pueda utilizarse la fuerza, ¿para qué el dialogo? Sin embargo, las palabras siempre conservarán su poder, las palabras hacen posible que algo cobre significado, y si se escuchan, enuncian la verdad. Del mismo modo V contará con la ayuda y compañía de Evey, una chica a la que se encuentra fortuitamente, juntos mantendrán una estrecha relación hasta que la ambición y obsesión del protagonista se interponga entre ellos.
Basada en el cómic de Alan Moore y escrita por los Hermanos Wachowski tenemos una de esas pelis que en esta época de crisis más nos tocan la fibra. Con una buena historia y actores de la talla de Hugo Weaving, Natalie Portman o John Hurt, V de Vendetta nos cuenta una lucha de alzamiento y revolución contra un gobierno opresor. Lástima que en la película todo nos lo pinten muy bonito y épico donde todo se coordina y mueve como un engranaje, haciéndonos recordar que esto simplemente es pura y llana ficción.
Diálogo favorito:
V: Te garantizo que no te haré daño.
Evey Hammond: ¿Quién eres tú?
V: ¿Quién? Quién es solo la forma de la función qué, ¿y qué soy? Un hombre con una máscara.
Evey Hammond: Sí, eso ya lo veo.
V: Naturalmente. No cuestiono tu capacidad de observación, simplemente señalo lo paradójico que es preguntarle a un hombre enmascarado quién es.
Evey Hammond: Ah… bien.
V: Pero en esta noche tan prometedora, permíteme que en lugar del banal sobrenombre sugiera el “carácter” de esta dramatis persona.
Voilà! A primera vista, un humilde veterano de vaudeville en el papel de víctima y villano por vicisitudes del destino. Este visage, ya no mas velo de vanidad, es un vestigio de la vox populi, ahora vacua, desvanecida. Sin embargo, esta valerosa visión de una extinta vejación se siente revivida y ha hecho voto de vencer el vil veneno de estas víboras en avanzada que velan por los violentos viciosos y por la violación de la voluntad.
El único veredicto es venganza; vendetta, como voto, y no en vano, pues la valía y veracidad de esta un día vindicara al vigilante y al virtuoso.
La verdad, esta vichyssoise de verborrea se esta volviendo muy verbosa así que solo añadiré que es un verdadero placer conocerte y que puedes llamarme V.
Evey Hammond: ¿Eres una especie de maníaco?
V: Estoy seguro de que eso dirán. Pero, ¿con quién, si no es indiscreción, hablo?
Evey Hammond: Me llamo Evey
V: ¿Evey? Con V. Claro, como no
Evey Hammond: ¿A que te refieres?
V: A que yo, al igual que Dios,ni juego al azar, ni creo en la casualidad.