Tras seis años de esperas y anticipos, después de un extraño y enigmático cameo final que muchos no sabían a que venía, por fin Thanos a llegado como antagonista principal de los Vengadores, no solo como socio capitalista de Loki, Ronan o cualquier otro villano vencido en el pasado. Tras seis años de largas esperas… nos damos cuenta que han merecido la pena.
Los hermanos Russo se ponen tras las cámaras por tercera vez en el Universo Cinemático de Marvel, y de que manera. Aun con los buenos resultados de El soldado de invierno y una decepcionante macedonia de superhéroes en Civil War —cuyo principal error fue el título grandilocuente—, por mi parte las dudas seguían en el aire, ya que incluso Joss Whedon pinchó en su segunda dirección con el fin de semana de Ultrón, en esta ocasión podía pasar cualquier cosa. Además, las últimas películas de Marvel, aunque divertidas y muy entretenidas, parecían estarse acomodando sin la esperanza de ser lo que fue la Fase 1. Pero debo admitir, habiendo visto Infinity War, que me equivocaba. La primera de los Vengadores siempre será la primera —como lo es el Episodio IV de Star Wars—, sin embargo aquí se ha demostrado que es posible dar en el clavo más de una vez en un franquicia tan enorme como la de Marvel… Tomen nota señores de DC-Warner.
Sin entrar en demasiados detalles para evitar spoilers —aunque me muero de ganas de comentarlos, por que hay unos cuantos de buenos—, la historia de Infinity War, como no podía ser de otro modo, es la que todo el mundo esperaba: Thanos cazando las Gemas del Infinito con el guantelete, con el único fin de cargarse a los Vengadores… Bueno, exactamente su objetivo no son los Vengadores, sino todo el universo conocido. Y como última salvaguarda de la humanidad —o extraterrestelidad— estarán, no solos los Vengadores, también los Guardianes de la Galaxia y todos los héroes del cosmos. Para concluir esta «sinopsis» solo diré algo que creo necesario que todo el mundo tenga en cuenta antes de ir al cine, estamos ante una primera parte de dos, algo que ayudará a comprender muchas cosas, a la vez que descubro algo: desde que se anunció Infinity War, Marvel siempre dijo que serían dos películas, aunque después se han hecho un taco con los título de Vengadores 4.
Seguramente la historia no será el punto central de la defensa de esta película, ya que tampoco se trata de una revolución argumental, aunque marque un antes y un después en el UCM. Lo que realmente hace grande esta película es la capacidad de manejar a decenas de protagonistas y hacerlo, por primera vez, como Dios manda. Se ha conseguido dosificar de tal manera cada personaje que en ningún momento parece que alguno se quede por detrás de otro. Sí que es cierto que hay algunos que llevan la voz cantante, como Tony Stark, Thanos o el Capitán América, pero lo importante es que no se nota que Hulk apenas aparece y que Thor se va de excursión mientras los demás se enfrentan a Thanos.
Y hablando de Thanos, a excepción de Loki —cuya ambigüedad entre el bien y el mal ya no lo cataloga como tal—, estamos frente a uno de los mejores villanos que ha presentado Marvel desde… desde… desde Cráneo Rojo —guiño, guiño, algo que los que ya han ido comprenderán—. Y no solo es uno de los mejores por lo esperada que era su llegada, si no por la profundidad emocional que transmite. No solo quiere dominar el universo porque es malo, que en este sentido es la base de personajes como Loki o Ronan, sino porque lo hace por un motivo, tiene una historia detrás que lo justifica y, con ello, nos da la impresión que tiene las de ganar porque cree en ello.
Con estos dos elementos, la buena dosificación de los héroes y un gran villano no es de esperar que el éxito de Infinity War esté asegurado, y no solo en taquilla, también ante la opinión pública que, al final, es la que hace grande una película.
Además, por fin y para demostrar que realmente Infinity War es lo que su nombre indica, una guerra, en esta ocasión no se han enfrentado media docena de héroes cabreados, sino que existen auténticas batallas con centenares e, incluso, millares de enemigos zurrándose fuerte para sobrevivir… Lo que viene siendo una guerra, y no lo de Civil War.
Vale, no puedo soportarlo más, tengo que hablar con… ¡Spoilers! Alerta al lector que no quiera saber nada de la peli —aunque a estas alturas sean pocos—, de saltarse algún que otro párrafo. A parte de los héroes y los villanos —mención especial para los comparsas de Thanos que son dignos de una peli como esta—, hay alguna que otra reaparición estelar en esta película, pero hay una que destaca por encima de todas, además de ser una que yo, desde un principio, siempre dije que no había muerto, porque el Teseracto era un portal espacial, no una piedra absorbe personas, por eso C***** R*** tiene motivo de estar aquí… Esperemos que Marvel no lo olvide para siempre.
Además, aunque la historia, como hemos dicho, tampoco resulta nada del otro mundo si se mira con lupa, en realidad tiene algún que otro giro de guion sorprendente y que nos mantendrá en vilo hasta el último instante, ya que algunas cosas de las que suceden —incluso desde el minuto uno— no te las esperas. Como las… ¡Muertes! Sí, hay alguna desaparición, más sorprendente de lo que la gente podría esperar, y aunque no diré ni el quién, ni el cómo, ni el cuándo, sinceramente son justas, acertadas y necesarias para el argumento… No son porque sí.
Antes de terminar, no podemos dejar de mencionar un excelente trabajo de todo el equipo técnico —cuyos nombres alargan hasta el infinito los créditos finales—, que consiguen que nos creamos posibles realidades tan impresionantes como esta. Sin olvidarnos de los actores, que siguen demostrando porque fueron escogidos, y además lo hacen con un guión que, aunque tiene las clásicas bromas de Marvel, no abusa de ellas como en algunas de las últimas películas.
Infinity War por todo lo que se ha decido —y mucho más que no se puede decir— se merece el nombre de gran evento, lo que viene siendo un hito de referencia en el transcurso de la historia que se ha narrado en el UCM desde 2008. Vale mucho la pena ir al cine no solo una vez, incluso dos —para ver hasta el final de los créditos y su única escena «sorpresa»—, para disfrutar de una de las mejores películas del año, de la década y de la historia, y no solo en el cine de superhéroes, sino también del séptimo arte en general.