Años después de que una desgracia cayera sobre el campamento de Crystal Lake cuando un campista muriera cuando los monitores no estaban vigilándolo al tener otros intereses, digamos, más “íntimos”, un nuevo grupo de monitores llega al lugar para preparar una nuevo campamento para, de este modo, recuperar ese maravilloso paraje para las vacaciones de los niños y dejar atrás la lacra de la muerte de un niño. Sin embargo, lo que ninguno de ellos espera es que tan solo lleguen al pueblo el peligro se cernirá sobre ellos y que la primera noche sea la última
Después del bombazo que supuso Halloween en 1978, Sean S. Cunningham que estaba buscando la manera de hacer dinero con esto de hacer pelis, pensó en repetir el formato de la cinta de John Carpenter de manera bastante descarada. Con esa idea en mente, se puso en contacto con el guionista Victor Miller que copió el patrón que hay alrededor de Michael Myers, es decir: el grupo de adolescentes, las escenas picantonas y las muertes violentas, lo ubicó en un paraje casi idílico y dejó que el resto fluyera… sobre todo la sangre. Y es que si por algo se caracteriza Viernes 13 y se desmarca de Halloween es que es mucho más sangrienta. En este caso no se es sutil con la violencia, sino que se va a saco para no dejar nada en el tintero, por lo que encontraremos todo un amplio catálogo de muertes, a cada cual más creativa y ridículamente enrevesada, que nos hará pegar un salto en el asiento. Esto es gracias al responsable de los efectos especiales y maestro de la casquería, Tom Savini, que no dejó títere con cabeza al demostrar todo lo que era capaz, para que Viernes 13 fuera mucho más impactante que Halloween y satisficiera a Cunningham que, para sorpresa de todos, repitió el éxito de Carpenter y se marcó un pelotazo de bajo presupuesto cosechando unos ingresos sin parangón, a la vez que sentaba las bases para una franquicia que sigue vive hoy en día, más de cuarenta años después.
Si bien es innegable que Jason Voorhees ha entrado en el salón de la fama de los asesinos más temidos del cine, lo cierto es que en esta cinta estaba muerto, como lo oís, ya que en realidad la asesina no es otra que su madre, que se venga por la muerte de su hijo, por lo que, de algún modo, esta Viernes 13 se desmarca de las que lo siguieron —o estas lo hacen de la primera entrega—, ya que el famoso asesino con la máscara de hockey no aparece hasta la tercera entrega, por lo que el perfil de Jason tardó más en forjarse que el de Michael Myers que casi no ha cambiado con el paso de los años. A pesar de todo, se tiene que admitir que el papelón que hace Betsy Palmer es de traca, ya que lo clava con esa bipolaridad de la que pierde el control en el tramo final, y pasa de la madre cariñosa que cuida de los campistas a una que acaba con sus vidas en un abrir y cerrar de ojos que nos dará más miedo que la punta de flecha a través del cuello de Kevin Bacon. Sí, damas y caballeros, esta fue una de las primeras apariciones del señor Bacon en la gran pantalla, que lo hizo con un grupo de jóvenes actores prácticamente desconocidos que sirven de carnaza perfecta para hacer las delicias del público que se preste a este espectáculo que si bien se cataloga de terror, tiene más de comedia negra.
Llegados a este punto uno podría creer que estamos ante una copia descarada y más sangrienta de Halloween y que no posee nada con la que destacar, sin embargo, lo cierto es que es todo lo contrario. Una vez superadas los parecidos más que razonables, lo cierto es que además de la violencia más roja, tiene muchos elementos que la desmarcan de la cinta de Carpenter, y es que, por ejemplo, hay un interesante tratamiento de la visión en primera persona para evitar mostrar al asesino —que siempre comete los crímenes sin mostrar su silueta—, así como de la banda sonora, que solo aparece cuando la asesina entra en acción, consiguiendo que nosotros, el público, percibamos el peligro casi de forma subconsciente. En este sentido, si La matanza de Texas definió el slasher y Halloween lo perfeccionó, Viernes 13 consiguió unir todas las piezas para demostrar que se trata de un género bastante universal y que puede dar mucho más de sí de lo que uno podría pensar a priori.
Así pues, Viernes 13 es un paso más en el crecimiento de uno de los subgéneros del terror más conocidos, como el primer acercamiento a la figura de Jason que tanto miedo provocaría a las siguientes generaciones cuando pegara el estirón, se pusiera la máscara de hockey y cogiera el machete.