
Tras los acontecimientos de la primera película protagonizada por los mutantes de Marvel, sus protagonistas deberán hacer frente, no solo a los acontecimientos del presente, sino que también a los del pasado; y es que mientras los X-Men tendrán que averiguar quién se esconde tras el ataque de un misterioso mutante al presidente de los Estados Unidos, Lobezno explora el lago Alkali, donde espera descubrir algo que le permita recordar algo de su pasado y recuperar la vida que cree haber perdido. Sin embargo, lo que nadie espera es que antiguos enemigos se conviertan en aliados, y que vuelvan otros con los que nadie contaba.
Como suele suceder cuando hablo de una secuela, diré que el éxito de la primera entrega en 2000 fue inevitable que se pensara en una secuela. Pero la importancia del éxito de X-Men no redundó solo en la trilogía que surgiría, sino también en todo el género, por lo que esta peli debemos verla como el resultado del triunfo del género de superhéroes. En la presente cinta se amplió el mundo mutante, las fronteras se expandieron y no solo geográficas sino también temporales al ver el desarrollo de tramas del pasado, sobre todo del personaje de Lobezno, cuyos recuerdos que cada vez se irán ampliando a algo más que meros retazos, hasta el punto que todo ello daría pie a una precuela de la que ya tendremos tiempo de hablar en otra ocasión. En pocas palabras, el mundo de X-Men dejó de ser un enfrentamiento entre los amigos de Magneto y los de Xavier, en un escenario que olía a cartón-piedra de los noventa, para incluir a muchos más elementos en la franquicia, a la vez que se modernizaba.

Si bien hubo algunos personajes emblemáticos del grupo de mutantes que siguieron en el tintero a la espera de aparecer en la gran pantalla y otros que aquí fueron meros secundarios, como Hank McCoy y Júbilo, por descontado que hubo nuevas incorporaciones procedente del imaginario de los cómics, aunque escasas, muy bien logradas. Con un reparto avasallador y coral que cuesta mucho superar, podríamos de dos nuevos rostros notables; por un lado estaría el nuevo villano, William Stryker, que viene a suceder al perfil del senador Robert Kelly, como el humano que quiere acabar con los mutantes, pero en este caso de un modo mucho más cruel y definitivo, y Brian Cox lo borda, dando vida a la primera y mejor versión fílmica del personaje, siendo casi tan aterrador que cualquier villano de Marvel con poderes. Por el otro lado, está el nuevo fichaje en las filas de los X-Men, tal vez uno de lo mutantes más apreciados como es el Rondador Nocturno, cuya caracterización roza la perfección con Alan Cumming en sus mejores momentos, que hace las delicias de los fans al reproducir las peculiares características de este personaje, no solo en cuanto aspecto, sino también en cuanto a poderes y habilidades. En este aspecto, se podría decir que X-Men prefiere seguir explorando a los personajes que ya conocemos, ahondar en su pasado y sus motivaciones, que incluir un sinfín de personajes, como sí que haría The Last Stand unos años más tarde.

Como sucede con muchas otras segundas partes de algún franquicia se dicen dos cosas de X-Men 2, por un lado que es la más oscura de la trilogía original, como El templo maldito de Indiana Jones, y, por el otro, que es la mejor, como El imperio contraataca de Star Wars o El padrino II. Estas comparaciones no son aleatorias, sino que en ellas quiero mostrar la importancia de esta peli, ya que al poco de estrenarse y a la espera de que saliera la siguiente entrega, ya se daba por hecho que estábamos frente a uno de los hitos del cine de ciencia ficción de la primera década de los 2000, mucho antes de que Marvel y su universo compartido coparan el mercado y cambiasen el concepto de la producción, que hasta entonces se había nutrido, como mucho, de trilogías.
Así pues, X-Men 2 es, sin duda, una continuación directa de X-Men, ya que no solo mantiene lo establecido en esta, sino que su principal objetivo es hacerla crecer, con un mundo y una historia contextual mayor, permitiendo al espectador ver algo más que un espectáculo palomitero, sino también un historia con personajes reales y cuyas mutaciones no les restan humanidad.