En 1845, después de descubrir sus poderes a la vez que a su verdadero padre, James huirá de su hogar, una casa noble en Canadá, junto a su hermano Victor, con el comparte algo más que la sangre paterna, también los poderes regenerativos y los instintos de un lobo. A partir de ese momento, ambos sobrevivirán confiando solo en el otro, luchando en un sinfín de guerras sin morir y sin envejecer, hasta que en su camino se cruce el coronel William Stryker que, al descubrir sus poderes, los reclutará para un equipo de élite formado por mutantes. Juntos realizarán misiones peligrosas y de moralidad cuestionable, algo que molestará cada vez más a James, mientras que Victor gozará con la muerte y la violencia. Todo cambiará cuando, al ver que están a punto de matar a un poblado completo por la piedra de un meteorito, James se niegue a seguir y se vaya, abandonando a su hermano después de más de cien años juntos. Seis años más tarde, James vive junto Kayla, una maestra en las Rocosas canadienses, mientras trabaja como leñador, viviendo una vida apacible que le permite enfrentarse con los diablos de su pasado. Pero ello se trunca cuando aparezca Victor y mate a Kayla, ante lo cual, James aceptará la propuesta de Stryker de someterse a un experimento para substituir su esqueleto por uno de adamantium, un metal indestructible, y adoptará otro nombre… Lobezno.
Tres años después del estreno de The Last Stand, llegó la que muchos esperábamos, una peli sobre los orígenes de Lobezno, seguramente el mutante más popular de los cómics, pero también del cine, y que había convertido a Hugh Jackman en una estrella. Sin embargo, tras el estreno y la filtración de una copia pirata incompleta de la cinta, fue duramente criticada y relegada a un segundo plano por muchos motivos… pero, un servidor, bicho raro donde los haya, la disfrutó entonces y también ahora, encontrando solo un único fallo que es el mismo que demuestra que le pesan los años: un mal aprovechamiento de los efectos digitales, que sobre todo se nota en las cuchillas de Logan; por lo demás, es una cinta tan correcta como cualquier otra de los X-Men.
Para empezar, tenemos un reparto excelente, repleto de actores que no fallan y que en encajan a la perfección en el papel, Liev Schreiber como Dientes de Sable, Kevin Durand como Blob e, incluso, el desafortunado Taylor Kitsch como Gambito, al que no logro verle ningún fallo, salvo que no se explotara más. Además, hay una retahíla de secundarios de altura, como Dany Huston, Will.i.am, Lynn Collins, Dominic Monaghan, Daniel Henney y Ryan Reynolds… Vale, está bien, el Deadpool que aparece aquí es un desastre, pero podemos pensar dos cosas: una, que sin este, no tendríamos la trilogía del mercenario bocazas; y la otra, que puede tratarse de un caso de homonimia, y que este sea otro Wade Wilson; además, es tan secundario que no llega a ser relevante.
Después, tenemos una historia que sin ser una obra maestra, al fin y al cabo estamos hablando de una peli inspirada en un cómic, cumple con lo que se espera de ella, que no es otra que contar los orígenes de este personaje. Los detalles encajan con lo que ya se avanzó en X-Men 2, a la vez que se expande el pasado de Lobezno al introducir todo lo que sucedió antes de ser Wolverine.
Por otro lado, aunque sigue hasta cierto punto siendo family friendly, la historia que se narra es adulta y el tono es el de una peli de acción, convirtiendo a Lobezno en un tipo duro, además de un superhéroe. Las escenas de acción son trepidantes, están bien coreografiadas y, por encima de todo, son espectaculares, muy espectaculares; por lo que si bien los efectos digitales no brillan demasiado, se pueden pasar por alto en pos de disfrutar del espectáculo que es X-Men orígenes: Lobezno.
Viendo todo esto, creo no equivocarme al afirmar que esta peli tiene más puntos positivos que negativos, y que con el paso de los años se merece mucho más de lo que tuvo, ya que, con sus más y sus menos, es tan disfrutable como cualquier otra de la franquicia X-Men o del género superheroico. En muchos aspectos, el caso de X-Men orígenes: Lobezno es el mismo que el de Han Solo, demasiadas expectativas, un producto aceptable, pero no excelso, y una caterva de fans extremistas con más ganas de machacar a críticas que de disfrutar de la peli.
Así pues, de la misma manera que defiendo la de Han Solo, debo y quiero defender la de Lobezno, porque sí, tendrá muchos errores, pero también los tiene cualquier otra, y más si la comparamos con el producto inicial en el que se basa, por lo que debemos amplios de miras, ir más allá del error práctico y ver si se trata de una peli que nos deja llevar y descubrir nuevos mundos… y yo, personalmente, prefiero disfrutar del espectáculo como un crío de diez años. ¡Larga vida a Lobezno!